domingo, 2 de agosto de 2015

Noviembre 2014. Quinto intento, cuarta transferencia.

Como ya comenté en la entrada anterior, habíamos obtenido 20 ovocitos de la última punción. El lunes 17 de noviembre me llamaron para informarnos que de los 20 ovocitos, 17 eran maduros y habíamos conseguido 13 embriones. Era un buen número, pero ésta vez, como la anterior, deberíamos esperar hasta cinco días para la transferencia y la vitrificación de los que nos "sobraran", para próximos intentos. 

Me dijeron que de momento, tenían buena pinta, pero habría que esperar y ver como evolucionaban a lo largo de estos 5 días. Nos informarían a los 3 días. A mí me sorprendió que no nos llamaran todos los días, pero no le dí importancia. Ellos son los que saben, y como decía nuestra doctora, confiamos en los embriólogos. 

Empecé a darle vueltas a ésto. Quizá por sacarlos todos los días y observar la evolución, las veces anteriores se habían parado antes o el cambiar de medio les hacía que empeorara su calidad. Nosotros no somos expertos, sólo queríamos agarrarnos a los cambios que se estaban produciendo respecto a las otras veces, y pensar que eran buenos para nuestros embrioncitos. 

Pasa el martes, con la angustia típica de estos días, que como ya os he comentado, para nosotros eran los peores y el miércoles me vuelven a llamar. Ya tenemos embriones de 3 días, que en otra ocasión, podrían ser transferidos, pero queremos estar seguros que no se paran. Me comunica la embrióloga muy amablemente que seguimos teniendo los 13 embriones. Madre mía! nunca habíamos tenido tantos a 3 días post punción, pero teníamos que ser precavidos, sabíamos que se podían parar en cualquier momento. 
Le pregunté ansiosa si eran de buena calidad o no, y me dijo que estaban un poco preocupados, porque se desarrollaban muy lento y no sabían si iban a llegar al quinto día. Me preguntó como eran los embriones que obtuvimos en las transferencias anteriores, le afirmé que no eran buenos, y se paraban, incluso que la transferencia anterior fue cancelada por ausencia de embriones al quinto día. La noté preocupada, y me dijo que habría que esperar y confiar, pero podría pasar lo mismo. Ya no me llamaría. El viernes 21 sería la transferencia. Le dije que si me llamarían en caso de cancelación, y muy amable y comprensiva incluso me propuso que nos llamaran de todas formas el quinto día, para informarnos del número de embriones que habían llegado al quinto día, ya que la transferencia estaba programada para las 13:30h y no queríamos pasar toda la mañana preocupados. 

Esta vez le pregunté si no me llamarían al cuarto día, y me dijo que no era bueno para los embriones sacarlos de las incubadoras todos los días para ver su evolución, que cuanto más tiempo estuvieran en el medio adecuado, mejor. Ahí empecé a pensar que las máquinas y los embriólogos tienen un papel muy importante en todo ésto, al fin y al cabo están manipulando nuestros embriones durante varios días antes de la transferencia. Eso me alegraba, en parte, y pensaba que esta vez podríamos tener suerte. 

Aún así, y supongo que mucho tuvo que ver el subidón de hormonas que tenía, me llevé un gran disgusto, al decirme la embrióloga que dudaban que los 13 embriones llegaran al quinto día, porque su evolución estaba siendo lenta. Llamé a papiguerrero y se lo conté. También se puso triste, pero él suele ser más positivo y es el que tira del carro de los dos, para levantarme cuando me ve más negativa, y aunque todo esto le estaba haciendo mella, intentaba demostrar al mundo que podía con todo y sobre todo, para ayudarme a mí a seguir adelante, ahora no nos íbamos a rendir. 

Recuerdo que se lo conté a una compañera que sabía de todo el proceso, y acabé llorando en el baño de la oficina, en otra planta, donde nadie nos conocía, para que no sospechara nadie, escondiéndome como si fuera una delincuente. Ahora, me acuerdo cada día de las palabras de ánimo de mi compañera: " No llores, espera a los resultados del viernes, igual hoy estas llevándote este disgusto y dentro de veinte días me dices que estás embarazada, así que, no te disgustes más". 

En el fondo tenía razón, iban lentos, pero teníamos 13 embriones que estaban luchando por seguir adelante. Sólo necesitábamos uno o dos, para conseguir el embarazo. Ya, me conformaba con uno, después de tantas estimulaciones, tantas punciones y tanto sufrimiento, el conseguir un embarazo gemelar había pasado a un segundo plano. Incluso el tener dos hijos. Con un hijo nos conformábamos. 

Pasamos el jueves, cuarto día, con un nudo en la garganta, acordándonos a cada minuto de esos 13 embriones que teníamos en buenas manos, y que tenían que luchar por quedarse con nosotros y enseguida, llegó el viernes y nos levantamos positivos. A las 9 de la mañana, nos llaman de la clínica y nos informan que tenemos 3 bonitos embriones para poder ser transferidos o vitrificados. Los tres tienen muy buena pinta y si han llegado hasta aquí, tienen posibilidades de quedarse.

Esta vez, mis lágrimas fueron de felicidad. Para nosotros ya era un logro llegar hasta allí, teníamos 3 embriones que habían conseguido sobrevivir 5 días, y por tanto, seguíamos teniendo esperanzas. Nos adelantaron la hora de la transferencia, así que acudimos a la clínica, con la intención de recibir la transferencia de dos de esos tres embriones. 

Yo aún estaba muy hinchada por la hiperestimulación, y me había pasado los 5 días desde la punción bebiendo y bebiendo aquarius. En esta última estimulación había engordado 5 kg, pero eso era lo de menos, si el resultado era el deseado. Respiraba con dificultad, pero no me importaba, era un gran día y allí estábamos para acoger a mis embriones. 

Ya en la clínica, enseguida nos dieron habitación, como el domingo anterior, y nos dieron a los dos gorro, calzas, y camisón a mí. Esta vez, papiguerrero si podría estar presente en la transferencia. Así parece que todo es más romántico. 

Antes de entrar en el quirófano, nos visita en la habitación nuestra doctora, la de siempre. Me pregunta por mi estado y me confirma que me transferirá un embrión. Yo la corrijo, le digo que queríamos dos, pero ella se niega. Nos da a elegir, transferirme uno ese día o vitrificarlos todos, cancelar la transferencia y realizarla cuando me recupere de la hiperestimulación, uno o dos meses más tarde, con dos embriones. Me dice claramente, que no quiere que me embarace de gemelos y tener que ingresarme en el hospital con hiperestimulación. 

La vemos tan segura del embarazo que decidimos realizar ese día la transferencia de un solo embrión. Teníamos que realizar todos los cambios posibles y hasta ahora, todas las transferencias habían sido de dos, así que, por qué no probar con uno solo. Adelante,solo uno. 

Mientras esperamos para pasar a quirófano, recordamos en la habitación papiguerrero y yo las palabras de la inmunóloga, que a veces el cuerpo está preparado para recibir un embrión pero no dos, así que, vamos a probar esta vez. 

Llegamos a quirófano, nos enseñan nuestro embrión en una pantalla, me realizan la transferencia, y otra vez a la habitación, a hacer los 15 minutos de reposo de rigor, antes de irnos a casa. 

Quedaban por delante 9 días de espera. Como nuestros embriones ya tenían 5 días, pues la betaespera se acortaba, algo bueno tenía que tener. 

Así que llegamos a casa, a cuidarme durante esos días, porque el 1 de diciembre, me tendría que  hacer la analítica para saber si habíamos conseguido o no nuestro sueño. 

El resultado os lo cuento en la siguiente entrada, mientras tanto, gracias por seguir leyendo. 


sábado, 1 de agosto de 2015

Noviembre 2014. Cuarta punción.

Llegó el día de la punción, 16 de noviembre, domingo. Llegamos a la clínica con ilusión. Yo estaba muy incómoda. 

Empecé el jueves anterior con la tripa muy hinchada y sin poder apenas respirar, tanto que cuando me levanté el viernes llamé al trabajo y me pedí el día de vacaciones, porque no era capaz de dar dos pasos. Tenía hiperestimulación, me había llenado de líquido y los ovarios estaban muy grandes. Me pasé todo el día medio tumbada, sin hacer nada más que beber aquarius. El sábado, a las 7 de la mañana le dije a papiguerrero que me iba a levantar, no podía estar más tiempo tumbada, tenía un dolor muy fuerte en el lado derecho, entre las costillas y la pelvis, me dolía hasta respirar. Me levanté, pero a los cinco minutos me volví a la cama, con lágrimas en los ojos, no era capaz de estar sentada, ni de pie, ni caminando, nada. No sabía como era mejor. Después de un rato en la cama, buscando la postura que menos dolor me producía en el costado, fui incapaz, así que llamamos a la clínica y consulté con la enfermera si podía tomar ibuprofeno porque con paracetamol no se me había pasado. Me dijeron que sí, y que no me moviera mucho, porque podría haberse torsionado un ovario. 

Así llegó la hora de comer. Papiguerrero, que en todo momento se ha portado fenomenal conmigo y me ha mimado y cuidado más de lo que estaba en su mano, preparó la comida y decidí levantarme a la mesa. Cuando llevaba cinco minutos intentando comer, me tuve que volver a la cama, porque el dolor me producía mareo. Me tomé el ibuprofeno que me dijo la enfermera de la clínica y papiguerrero me dio de comer como pudo, porque yo no me podía incorporar de ninguna forma, no podía moverme ni un centímetro sin que viera las estrellas del dolor. Así que comí lo que pude e intenté dormir un poco. Encontré una postura y así me dormí una larga siesta. Afortunadamente, cuando desperté, el dolor había desaparecido. Estaba molesta e incómoda pero no tenía ese dolor tan insoportable. 

Me pasé toda la tarde descansando y al día siguiente, tocaba la punción. Con ésto seguramente mejoraría. 

Llegó el domingo. Acudimos a la clínica a la hora prevista, y enseguida nos dieron habitación. Madre mía, que lujo, que diferencia con la clínica anterior. Papiguerrero me pudo acompañar. Me dieron las instrucciones, las calzas y el gorro de papel, el camisón y a esperar a que vinieran a buscarme. Mientras, papiguerrero recogería la muestra en la misma habitación, que parecía la habitación de un hotel, y cuando terminaran con mi punción, una emfermera pasaría a recogerla. Era todo más íntimo que en la clínica anterior y nos gustó mucho el trato. 

Vino la doctora a hablar con nosotros, nuestra doctora, la misma que durante dos semanas me había hecho los controles, la misma que meses antes nos atendió en nuestra primera cita. Muy amable y cercana, me explicó que ella misma me haría la punción. Parece que no, pero ésto da tranquilidad. Papiguerrero no podía entrar en quirófano, pero por lo menos tendría allí una cara conocida, la de nuestra doctora. 

Llegó el momento, yo estaba deseando, después de todo lo que había pasado los últimos días, así que, un pinchacito y a dormir un ratito. Cuando me despertara de la anestesia, todo habría terminado y solo nos quedaba esperar los resultados. 

En unos 20 minutos, me llevaron a la habitación, donde estaba papiguerrero esperándome. Todo fue distinto que las otras tres veces anteriores y ésto nos hacía estar más positivos. 
Enseguida vino la doctora a informarnos que se habían obtenido 20 ovocitos, sólo nos quedaba esperar al día siguiente para saber cuantos de estos 20 eran maduros y cuantos conseguirían ser fecundados, pero ésto os lo cuento en la siguiente entrada. 


miércoles, 29 de julio de 2015

Otoño 2014. Cita con la Seguridad Social y con la clínica privada.

Aunque cuando empezamos en este viaje de la reproducción asistida pensamos que conseguiríamos el embarazo antes de que llegara la cita de la Seguridad Social, no fue así. 

Llegó el día, y allí fuimos con nuestra carpeta llena de pruebas, resultados, analíticas, y tres ciclos de FIV - IMSI. Previamente habíamos solicitado en nuestra primera clínica privada nuestro historial. Y tras mucho discutir con ellos y con malas caras por su parte, conseguimos que nos entregaran informes que no nos habían dado en su momento. 

Nos llamaron con mucho retraso y nos pidieron toda la documentación. Les entregamos la carpeta y tuvimos que seguir esperando en la sala de espera. Tras más de una hora esperando, ya nerviosos, nos volvieron a llamar. La doctora esta vez no nos dio muchas esperanzas. Nos dijo que nos habían hecho ya todas las pruebas posibles y que si no habíamos conseguido ya el embarazo, poco más se podía hacer con nuestros gametos. 

Nos preguntó si habíamos empezado ya con el tratamiento de la nueva clínica, la de Champions. Le dijimos que aún no, sólo teníamos las pruebas que nos habían recomendado. Su contestación fue, si estáis en esa clínica, seguid allí, porque nosotros no vamos a obtener mejores resultados que ellos, son los mejores. Nos animó a intentar un último ciclo con nuestros gametos en la clínica privada y si no conseguíamos el embarazo, que volviéramos a su consulta y mandarían nuestro caso a comisión, donde decidirían qué hacer con nosotros, pero lo más probable es que nos mandaran a donantes directamente. 

Nos fuimos de la consulta un poco chafados. No nos daban muchas esperanzas de conseguir embarazo con nuestros gametos y eso nos ponía muy tristes. Pero aún así, seguíamos confiando en la nueva clínica y no queríamos perder la esperanza. 

Llegó el día de acudir a nuestra cita con la nueva gine de Champions. Y con ella empezamos el nuevo ciclo. Nos comunicó que en el nuevo seminograma que le realizaron a papiguerrero al realizarle el FISH había mejorado la calidad, y por tanto no sería necesario emplear IMSI, solo MACS, una técnica que no tienen en todas las clínicas. De hecho, en la Seguridad Social, no disponen de ella. Creo que es, si no recuerdo mal, una especie de campo magnético que selecciona los espermatozoides que no están fragmentados. Es decir, los mejores de la clase. 

Nos dio las pautas a seguir en la estimulación ovárica. No variaba mucho de los ciclos anteriores, pero teníamos esperanzas, y nos repetíamos todos los días lo que nos dijo la doctora en la primera consulta: "Confiamos en nuestro personal, en nuestras incubadoras y en nuestros embriólogos". Llevaríamos de nuevo los embriones que obtuviéramos a blastocitos, y eso nos preocupaba, después de la experiencia del ciclo anterior, pero teníamos que confiar en ellos, era nuestra única esperanza. 

Así, llegó el 5 de noviembre de 2014, y con él, el primer día de regla, día clave para comenzar el tratamiento. Por tanto, seguimos los pasos para la estimulación y volveríamos a consulta a menudo para poder realizar los controles pertinentes, necesarios para comprobar el tamaño de los folículos y los valores de estradiol, con el fin de evitar el síndrome de hiperestimulación ovárica. Los valores estaban muy altos, y tuve hiperestimulación pero intentaba controlarla con litros y litros de aquarius. Así, el 16 de noviembre, llegó el día de la extracción de los ovocitos. 

Un punto a favor es que en cada cita de control, la doctora era la misma, creo que sólo en una ocasión varió la doctora, pero fue porque era fin de semana y me tocó la de guardia, pero por norma, la doctora era siempre la misma, lo que te da más confianza. 

Así que con esta confianza llegamos al día de la punción, que os contaré en la siguiente entrada. 

martes, 28 de julio de 2015

Verano 2014. Segunda cita con la inmunóloga.

En verano de 2014 nos hicimos las pruebas que nos mandaron tanto la inmunóloga como el andrólogo y acudimos de nuevo a ver a esa doctora que para nosotros, sin saber los resultados, era nuestra salvación. 

Llegamos a la consulta con todas las pruebas realizadas. Como siempre, unos minutos mirando todo el papeleo, sin mencionar palabra y nosotros mirando sus gestos a ver si así adivinábamos el diagnóstico. 

Comienza a hablar. Bien, parece que tengo resistencia a insulina, por tanto, me receta metformina, una dosis muy bajita, pero cree que será suficiente. Me encontraré mucho mejor, sin dolores de cabeza, con menos hambre y sin cansancio. Además, mejorará la calidad de mis ovocitos y mi endometrio, fundamental en nuestro objetivo principal, conseguir el embarazo en el próximo tratamiento. Además, me da una dieta para mejorar la resistencia a la insulina, aunque era muy parecida a la que yo ya seguía, por el hipotiroidismo. Sobre todo, comer comida sana y cinco veces al día. 

Parece ser que también mi cuerpo genera unos anticuerpos debido al hipotiroidismo que es muy probable que rechace los embriones, por reconocerlos como cuerpos extraños. Esto se soluciona con corticoides en un momento clave del ciclo, no recuerdo si durante la estimulación o durante la betaespera. 

Respecto a la coagulación, al parecer, por herencia, tengo la sangre un poco espesa, por explicarlo para que nos entendamos todos. Por tanto, para evitar que se formen pequeños trombos o coágulos que puedan expulsar los embriones, me receta Adiro, que viene a ser una aspirina infantil. 

En este momento, le comento mi episodio del posible trombo en la pierna izquierda durante la estimulación anterior, aunque nunca se llegó a confirmar y me recomienda también pincharme heparina, para evitar que vuelva a pasar. De momento, una dosis profiláctica. 

Por último, seguiría con el ovusitol, ya que empiezan a notarse los resultados a los seis meses más o menos. 

En cuanto a las pruebas de compatibilidad entre papiguerrero y yo, está todo correcto, por tanto, nos olvidamos de ese tema. 

Como la primera vez, salimos muy contentos de la consulta, y eso que aún no sabíamos la repercusión que iba a tener todo esto en mi cuerpo. 

Recuerdo que nos fuimos de vacaciones, y ya estaba tomando todo lo que me había mandado la inmunóloga. Y estábamos alucinábamos con la vitalidad que tenía. Ya no me cansaba a cada paso que daba. Descubrimos que no era de no hacer todo el ejercicio que debiera, sino que mi cuerpo no asimilaba el azúcar y las calorías que yo le daba. La metformina estaba ayudando a mejorar ésto. 

Hacía tiempo que mi endocrino me había hablado de ello, incluso me hizo una analítica para comprobar mis niveles de glucosa, pero no me hizo la prueba completa, y los resultados estaban enmascarados. Ahora, habíamos descubierto el motivo de muchos de mis malestares diarios. 

En cuanto a los resultados del FISH de papiguerrero, salió correcto. Se lo enviamos al andrólogo por mail, tal y como nos indicó y nos repitió que aunque el problema era irreversible, los que había, estaban bien, y por tanto, había que cuidarlos.

Nos quitamos un gran peso de encima. A pesar de todo lo que nos habían dicho en la otra clínica, empezábamos a ver la luz al final del túnel. Estábamos tratando otros problemas que hasta ahora ni nos habían mencionado, y lo que nos habían contado, parecía que estaba todo bien. 

Y con los resultados en nuestra nueva carpeta, de color verde esperanza, esperamos a que nos llegara la cita con la ginecóloga de la clínica, a primeros de septiembre, fecha en la que también nos tocaba acudir a la cita en la consulta de Reproducción Asistida de la Seguridad Social, pero ésto os lo cuento en la siguiente entrada. 




lunes, 27 de julio de 2015

Positivismo. Visitas a la inmunóloga y andrólogo.

Recuerdo que tras las noticias que nos dieron en nuestra primera clínica, papiguerrero tuvo que irse un par de días fuera de Madrid, a una reunión de esas que hacen en las grandes empresas, para darles charlas de motivación a los empleados, y cuando volvió, me contó una de esas charlas, que puedes adaptarlas a cualquier aspecto de tu vida. Me trajo una hoja de libreta que le había pedido a una compañera para anotar lo que en ese momento creyó que era importante para nuestras vidas. Y desde entonces, tenemos en el tablón de notas de la cocina estas frases, que hemos leído una y otra vez cuando las cosas no iban como nosotros deseábamos o nuestro ánimo decaía: 

- Ante un cisne negro o un trueno, tenemos dos opciones: 

1. Quejarnos. 
2. Mirar con positivismo. 

- Negamos conceptos nuevos porque pensamos que van a ir mal, pero no tiene porqué. 

-Tenemos que pensar en positivo, mirar con optimismo y las cosas vendrán de mejor manera. 


Quizá parezca una tontería, sólo palabras, que es muy fácil escribir y muy difícil llevar a la práctica, pero a nosotros nos han servido para mantenernos positivos, día tras día. 

Así, con este positivismo, pasamos unos días de incertidumbre. En la primera clínica me habían recomendado, después de insistir mucho en qué podía hacer para mejorar la calidad de mis ovocitos, que tomara Ovusitol, así que ya había comenzado con estos sobres. 

Llegó la cita con el andrólogo. Nos hizo varias preguntas, ojeó las pruebas que le habían hecho a papiguerrero y optó por hacerle una ecografía, para comprobar que no hubiera ninguna obstrucción, o algo que pudiera solucionarse con una biopsia testicular. 

Tras la eco, su diagnóstico fue que el 90% de los conductos estaban dañados y era irreversible. Nos teníamos que conformar con la cantidad que había, pero podíamos mejorar la calidad, como lo estábamos haciendo hasta ahora. Buena alimentación, complejos vitamínicos y nos volvió a insistir en lo que ya nos había dicho la ginecóloga de esta clínica, nada de bici. 

Esto parecerá una tontería, pero por lo visto, tiene mucho que ver. Yo ya se lo venía repitiendo a papiguerrero durante semanas, pero él pensaba que era una más de las "recomendaciones" sin fundamento que vienen en los foros de internet. Así que se lo preguntó a la gine en la nueva clínica y ésta le respondió que por supuesto que tenía que olvidarse de la bici por unos meses, que se dedicara a correr, que también estaba de moda. 

Así que ya estaba confirmado por dos especialistas, la bici quedaría guardada en el trastero hasta que consiguiéramos el embarazo. 

El andrólogo le pidió que se hiciera la misma prueba que ya nos habían dicho en la clínica anterior, el FISH, para comprobar la fragmentación de ADN de los espermatozoides, ya que podría ser ese el problema. Por su parte, sólo quedaba esperar los resultados. Nos dio muchas facilidades. No era necesario volver a consulta. Le enviaríamos por mail los resultados de la prueba y si estaban bien, no era necesario pasar por allí de nuevo, y por tanto, nos ahorrábamos el coste de la consulta, por lo que salimos bastante contentos, a pesar de que el diagnóstico indicaba que el "problema" de papiguerrero era irreversible. 

Nos llega la cita con la inmunóloga. Una doctora muy seria y amable que nada más llegar comienza a hacerme preguntas, como si conociera mi problema mejor que yo. Nos quedamos alucinados. Entre otras cosas me pregunta si tengo hambre a a todas horas, si me encuentro muy cansada, si hago bien las digestiones, si tengo mareos o me duele la cabeza si no como a menudo. Después de contestar a todas estas preguntas, me indica que probablemente, y debido a mi SOP, tengo resistencia a la insulina. No llega a ser diabetes, pero los síntomas son muy parecidos, sólo que a otro nivel y ésto se solucionaría con una pastilla, (metformina), que según el nivel de resistencia a la insulina, hay que tomar en una dosis u otra. La mayoría de las mujeres que tienen SOP, y más en el grado que lo tengo yo, tienen resistencia a la insulina, así que me mandaría la prueba para comprobarlo, que no es otra que la misma de la glucosa que se hace a las embarazadas, pero la curva larga. Además, me mandó unas analíticas para comprobar si tengo anticuerpos generados debido a mi hipotiroidismo (os recuerdo que en 2009 me operaron de unos nódulos y me quitaron la tiroides entera). Según la inmunóloga, estos anticuerpos podrían rechazar a los embriones, puesto que los reconocería como cuerpos extraños. A parte, una ristra de pruebas de coagulación, las que me quedaban por realizarme, que ya eran pocas. Nos mencionó que es posible que mi cuerpo sólo estuviera preparado para recibir un embrión y no dos, como me habían transferido hasta entonces, y por eso los rechazaba, así que habría que averiguarlo. Nos mandó además una prueba de compatibilidad genética de los dos. Por lo visto es posible que papiguerrero y yo fuéramos incompatibles genéticamente o algo así. Ya se nos empezaban a escapar tantos términos, aunque nos aclaró que ésto se podría solucionar con una especie de vacuna a la madre. 

Salimos de la consulta alucinados por la profesionalidad de la doctora. Nos fuimos con la sensación de que sabía de lo que estaba hablando, conocía muy bien cuales pueden ser los distintos síntomas y los distintos impedimentos para poder conseguir el embarazo. O esa fue la sensación que nos dio. La consulta fue cara, pero nos montamos en el coche diciendo los dos lo mismo, el dinero mejor gastado en lo que llevamos de búsqueda, y eso que aún no nos habíamos hecho ninguna prueba. 

Así que con todos los papeles de las distintas pruebas, volvimos a casa y una vez organizados, pedimos las diferentes citas para poder tener los resultados a la vuelta del verano. 

Nos relajaríamos, tomaríamos fuerzas y en septiembre nos reencontraríamos con la inmunóloga y después con la ginecóloga para poder empezar el siguiente tratamiento. Era nuestra última oportunidad para poder conseguir un embarazo con nuestros gametos, y teníamos que estar tranquilos para que todo saliera bien, así que, nos fuimos de vacaciones, y ahora pensamos que lo mejor que pudimos hacer fue eso, tomarnos un descanso de unos tres meses, para poder afrontar lo que nos pudiera venir. Llevábamos demasiado estrés acumulado por el tema y no nos venía bien, teníamos que darnos un respiro y como ya habíamos decidido cambiar cosas, pues esta vez, esperaríamos unos meses. 

En la siguiente entrada os contaré como nos fue la siguiente consulta con la inmunóloga. 

jueves, 23 de julio de 2015

Junio 2014. Momento de tomar decisiones.

Ese mismo día que nos dieron la noticia de la cancelación de la transferencia por ausencia de embriones y nos dijeron con muy poco tacto que deberíamos optar por la donación de gametos, estuvimos hablando del tema. 

Fue una tarde dura para los dos. Papiguerrero se sentía culpable de no poderme dar lo que yo más deseaba, ya que en la llamada telefónica que recibí por la mañana me adelantaron que probablemente era el gameto masculino el que "fallaba", hasta plantearme no seguir juntos, ya que sabía lo importante que es para mí ser madre. 

Por supuesto, que yo no estaba dispuesta a renunciar a papiguerrero, era una locura, había que calmarse y tomar decisiones, pero no por separado. Debíamos estar más unidos que nunca. 

Yo no quería pensar que era culpa de ninguno, estábamos juntos en esto y si no podía ser, no era culpa de nadie, era nuestro destino. Hablamos de donación de embriones, renunciando a los genes de los dos, o incluso de adopción, nacional o internacional. Todas estas ideas formaban un laberinto en nuestras cabezas y no es algo que puedas decidir en una tarde. Estábamos destrozados, no sabíamos cual podía ser el siguiente paso, pero ninguno de los dos nos queríamos rendir ni renunciar a nuestros genes, así, a la primera de cambio. 

Estábamos dispuestos a plantearnos nuestro futuro sin hijos, pero yo era consciente que no sabía si lo iba a poder superar o no. De todas formas, eran ideas que surgían día tras día, conversación tras conversación, prácticamente durante todo el tiempo que estábamos juntos. 

Decidimos esperar a las explicaciones de la doctora en la consulta y después acudiríamos a otra clínica para pedir una segunda opinión, llevando todas nuestras pruebas y resultados de todos los tratamientos anteriores. Con las dos opiniones, actuaríamos en consecuencia. 

Así, llegó el día de la consulta con una de nuestras doctoras habituales. Nos explicó un poco lo mismo que la embrióloga por teléfono. Que los embriones parecían pararse a partir del cuarto día y los estudios dicen que a partir de ese día es cuando el factor masculino tiene más "peso". Por tanto, llegan a la conclusión que el gameto masculino es el que hay que cambiar. Para averiguarlo, nos sugieren que papiguerrero se haga una prueba llamada FISH, para comprobar el ADN de los espermatozoides y asegurarnos que no tienen ninguna anomalía cromosómica, aunque todo apunta a que ese es el problema. 

Entonces, nosotros vemos una luz al final del túnel. Si esa prueba sale bien, podríamos seguir intentándolo con nuestros gametos. Pero la doctora nos corrige, asegurándonos que si el FISH sale correcto, el problema es de mis óvulos, a pesar de haber comenzado explicándonos que todo apunta a que los espermatozoides son el problema. La doctora no duda en comunicarnos que la naturaleza es muy sabia y que con nuestros gametos, si algún día consiguiéramos embarazo, no llegaría a término y si llegara, por alguna extraña razón, nuestro bebé tendría anomalías cromosómicas. 

No nos daban una salida. Insistían en la donación de gametos, de uno o incluso de los dos, para tener más posibilidades de embarazo. Con dos gametos sanos, nos aseguramos que haya embarazo. 

Malditos protocolos. Con cuatro fallos, donación. Eso marcan sus tablas, sus protocolos, y eso es lo que nos ofrecen. De todas formas, la última decisión es nuestra. 

Salimos un poco indignados, parecía que iba cambiando la versión según le hacíamos preguntas. Ahora sí, habíamos perdido la confianza en nuestra clínica. Todo nos parecía mal y así no podíamos seguir. 

Decidimos llamar a otra clínica, una que jugara en Champions, como decía papiguerrero. Nuestro caso no es un caso fácil y necesitamos a los mejores. Pedimos cita para una primera consulta. 

Era el momento de empezar de nuevo. De cambiar cosas. Cambiamos de clínica, cambiamos la actitud, volviéndonos de nuevo positivos, incluso cambiamos la carpeta donde guardábamos todos los papeles de la clínica. Había que empezar de cero. 

Acudimos a la clínica de Champions. Ya al entrar todo era distinto, todo facilidades, buenas caras, incluso parking privado gratuito para los clientes. Esto parecerá una tontería, pero cuando tienes que salir del trabajo tres días por semana, con la hora justa para acudir a una cita o analítica, poder aparcar en la puerta te ahorra mucho estrés adicional. 

Nos atiende una doctora que no es muy habladora pero es amable. Se pasa un rato ojeando nuestros papeles, que ya eran muchos. Pruebas, análisis, estimulaciones, transferencias. 
Tras un tiempo de revisión de papeleo, angustioso para nosotros, que solo nos fijábamos en las caras que ponía la doctora, intentando deducir prematuramente el diagnóstico, comienza a hablar con nosotros. 

No nos dijo nada nuevo. Todo lo que nos habían hecho en la otra clínica era correcto y era lo que marcaban los protocolos, esos que tanto odiábamos. Nos anima a realizarnos una ICSI más, con nuestros gametos. Y nos dice unas palabras que para nosotros, son muy alentadoras. "Nosotros confiamos en nuestro personal, en nuestras máquinas, nuestras incubadoras y nuestros embriólogos, vamos a intentarlo una vez más, y si no, ya vemos otras opciones". 

Nos agarramos a esas palabras. Además, nos recomienda hacernos más pruebas. A papiguerrero le manda al andrólogo, por fin! y a mí, a la inmunóloga. Ahora pensamos que aquí estaba la clave. 

Salimos con más papeles y pruebas por realizar, pero muy contentos, ahora sí estábamos acotando el problema. Pedimos cita con la inmunóloga y el andrólogo y nos volvemos a casa, más tranquilos. Pasaremos el verano y a la vuelta, con más fuerza lo volveremos a intentar. 

Os dejo para la siguiente entrada nuestra experiencia con la inmunóloga y el andrólogo. Mientras tanto, gracias por seguir ahí. 




jueves, 16 de julio de 2015

Junio de 2014. Los peores momentos.

Como ya os conté en la entrada anterior, obtuvimos 18 ovocitos en la última punción. Al día siguiente, como las otras veces, me llamaron para informarnos del número de ovocitos que habíamos obtenidos. Fueron inseminados 12 de los 18 ovocitos, obteniéndose 10 embriones a día +1. 


Cada día, nos llamaban para comunicarnos cuántos de estos diez embriones seguían adelante. Era una prueba dura para ellos. Tenían que demostrar que eran fuertes para sobrevivir hasta 5 días fuera del útero y nueve meses dentro de él. Realmente, si te paras a pensar, es cuestión de seguir el ciclo de la naturaleza humana, y todo tiene que darse por sí solo. Cuántas mujeres se quedan embarazadas, deseándolo o no, y su embarazo sigue adelante sin mayor complicación. 

En una ocasión, una amiga, que tuvo un aborto antes de tener a sus dos hijos me tranquilizaba diciendo, "Mira, una vez un doctor me dijo, en mi embarazo tras el aborto, lo más probable es que si estás embarazada tengas un hijo, es lo que tiene que pasar, no te preocupes". 

Y es cierto, seguramente sea así, y es lo que dicen las estadísticas, esas que empezamos a odiar después de tanto pinchazo y tanto negativo, pero nosotros no nos planteamos eso de que si hay fecundación hay embarazo y si hay embarazo seremos padres. Es muy difícil pensarlo, cuando te llaman cada día diciéndote que alguno de tus embriones se ha parado. 

Así, al día siguiente, día +2, recibimos la misma llamada, era el embriólogo, para informarnos de que nos quedaban 8 embriones viables, los otros 2 se habían parado, pero 8 era una buena cifra. A día +3 se vuelve a repetir la desilusión, dos embriones más han detenido su desarrollo. Tenemos 6 embriones viables, por lo que proceden a realizar cultivo largo de estos embrioncitos hasta el estadío de Blastocisto. 

Ésto era una agonía, íbamos perdiendo la ilusión poco a poco. Las esperanzas que nos daban por teléfono no eran muchas, pero de todas formas, estas llamadas que para nosotros eran nuestra vida, para los embriólogos era el protocolo y su actitud era muy fría. Entendemos que es su trabajo y no se pueden implicar mucho en cada caso, pues les afectaría, pero nos gustaría que tuvieran más delicadeza al dar las noticias. 

Llega el día +4, los 6 embriones siguen evolucionando, nuestras esperanzas vuelven a resurgir. No podemos perder la ilusión, y 6 embriones es un buen número. 

El día +5, nos vuelven a llamar, esa llamada que esperábamos cada día con ansiedad. Recuerdo que íbamos los dos en el coche y el biólogo me dice lo que no nos hubiera gustado escuchar nunca. De los 6 embriones, 5 han detenido su desarrollo y están degenerando, por lo que se descartan. Queda un sexto embrión que va despacito, su evolución es lenta, por lo que lo mantendrán en cultivo 24h más, pero nos debemos hacer a la idea que no va a salir adelante, porque no tiene muy buena pinta. Por tanto, a la espera de la llamada del día siguiente, debemos pensar en que se cancela la transferencia. Nuestros 10 embriones iniciales no se desarrollan. 

Aún se me saltan las lágrimas recordando el momento. ¿Qué nos pasa? ¿Por qué no somos capaces de obtener unos embriones viables?  

Pasamos un mal día, esperando la llamada del día siguiente, en la que nos informarían del estado de nuestro embrión. Nuestra única esperanza. 

Llega el lunes, hoy es un día crucial. Vamos a trabajar, como cualquier día, nuestras vidas siguen, aunque por dentro nos estemos deshaciendo poco a poco, aunque nuestros corazones estén hechos añicos, hay que llegar a la oficina y poner nuestra mejor cara. 

Ya avanzada la mañana, recibo la llamada de la clínica. Pensé que lo que nos habían dicho el día anterior me había hecho daño, pero no tenía ni idea de lo que se nos venía encima. 

Nuestro último embrión no ha seguido evolucionando, no es viable. 

Sin mucho tacto, me dice que vayamos pensando en donación de gametos, probablemente masculino, porque los nuestros no valen. Así, sin más. Me quedé hecha polvo, no supe ni reaccionar. Ésto no entra en nuestros planes. Ya comenté la barrera psicológica que tenemos y no somos capaces de pasar por un duelo genético. 

Llamé a papiguerrero y se lo conté. Supongo cómo le afectó, solo con verle la cara cuando nos vimos por la tarde en casa. Pero os seguiré contando en la siguiente entrada.