domingo, 2 de agosto de 2015

Noviembre 2014. Quinto intento, cuarta transferencia.

Como ya comenté en la entrada anterior, habíamos obtenido 20 ovocitos de la última punción. El lunes 17 de noviembre me llamaron para informarnos que de los 20 ovocitos, 17 eran maduros y habíamos conseguido 13 embriones. Era un buen número, pero ésta vez, como la anterior, deberíamos esperar hasta cinco días para la transferencia y la vitrificación de los que nos "sobraran", para próximos intentos. 

Me dijeron que de momento, tenían buena pinta, pero habría que esperar y ver como evolucionaban a lo largo de estos 5 días. Nos informarían a los 3 días. A mí me sorprendió que no nos llamaran todos los días, pero no le dí importancia. Ellos son los que saben, y como decía nuestra doctora, confiamos en los embriólogos. 

Empecé a darle vueltas a ésto. Quizá por sacarlos todos los días y observar la evolución, las veces anteriores se habían parado antes o el cambiar de medio les hacía que empeorara su calidad. Nosotros no somos expertos, sólo queríamos agarrarnos a los cambios que se estaban produciendo respecto a las otras veces, y pensar que eran buenos para nuestros embrioncitos. 

Pasa el martes, con la angustia típica de estos días, que como ya os he comentado, para nosotros eran los peores y el miércoles me vuelven a llamar. Ya tenemos embriones de 3 días, que en otra ocasión, podrían ser transferidos, pero queremos estar seguros que no se paran. Me comunica la embrióloga muy amablemente que seguimos teniendo los 13 embriones. Madre mía! nunca habíamos tenido tantos a 3 días post punción, pero teníamos que ser precavidos, sabíamos que se podían parar en cualquier momento. 
Le pregunté ansiosa si eran de buena calidad o no, y me dijo que estaban un poco preocupados, porque se desarrollaban muy lento y no sabían si iban a llegar al quinto día. Me preguntó como eran los embriones que obtuvimos en las transferencias anteriores, le afirmé que no eran buenos, y se paraban, incluso que la transferencia anterior fue cancelada por ausencia de embriones al quinto día. La noté preocupada, y me dijo que habría que esperar y confiar, pero podría pasar lo mismo. Ya no me llamaría. El viernes 21 sería la transferencia. Le dije que si me llamarían en caso de cancelación, y muy amable y comprensiva incluso me propuso que nos llamaran de todas formas el quinto día, para informarnos del número de embriones que habían llegado al quinto día, ya que la transferencia estaba programada para las 13:30h y no queríamos pasar toda la mañana preocupados. 

Esta vez le pregunté si no me llamarían al cuarto día, y me dijo que no era bueno para los embriones sacarlos de las incubadoras todos los días para ver su evolución, que cuanto más tiempo estuvieran en el medio adecuado, mejor. Ahí empecé a pensar que las máquinas y los embriólogos tienen un papel muy importante en todo ésto, al fin y al cabo están manipulando nuestros embriones durante varios días antes de la transferencia. Eso me alegraba, en parte, y pensaba que esta vez podríamos tener suerte. 

Aún así, y supongo que mucho tuvo que ver el subidón de hormonas que tenía, me llevé un gran disgusto, al decirme la embrióloga que dudaban que los 13 embriones llegaran al quinto día, porque su evolución estaba siendo lenta. Llamé a papiguerrero y se lo conté. También se puso triste, pero él suele ser más positivo y es el que tira del carro de los dos, para levantarme cuando me ve más negativa, y aunque todo esto le estaba haciendo mella, intentaba demostrar al mundo que podía con todo y sobre todo, para ayudarme a mí a seguir adelante, ahora no nos íbamos a rendir. 

Recuerdo que se lo conté a una compañera que sabía de todo el proceso, y acabé llorando en el baño de la oficina, en otra planta, donde nadie nos conocía, para que no sospechara nadie, escondiéndome como si fuera una delincuente. Ahora, me acuerdo cada día de las palabras de ánimo de mi compañera: " No llores, espera a los resultados del viernes, igual hoy estas llevándote este disgusto y dentro de veinte días me dices que estás embarazada, así que, no te disgustes más". 

En el fondo tenía razón, iban lentos, pero teníamos 13 embriones que estaban luchando por seguir adelante. Sólo necesitábamos uno o dos, para conseguir el embarazo. Ya, me conformaba con uno, después de tantas estimulaciones, tantas punciones y tanto sufrimiento, el conseguir un embarazo gemelar había pasado a un segundo plano. Incluso el tener dos hijos. Con un hijo nos conformábamos. 

Pasamos el jueves, cuarto día, con un nudo en la garganta, acordándonos a cada minuto de esos 13 embriones que teníamos en buenas manos, y que tenían que luchar por quedarse con nosotros y enseguida, llegó el viernes y nos levantamos positivos. A las 9 de la mañana, nos llaman de la clínica y nos informan que tenemos 3 bonitos embriones para poder ser transferidos o vitrificados. Los tres tienen muy buena pinta y si han llegado hasta aquí, tienen posibilidades de quedarse.

Esta vez, mis lágrimas fueron de felicidad. Para nosotros ya era un logro llegar hasta allí, teníamos 3 embriones que habían conseguido sobrevivir 5 días, y por tanto, seguíamos teniendo esperanzas. Nos adelantaron la hora de la transferencia, así que acudimos a la clínica, con la intención de recibir la transferencia de dos de esos tres embriones. 

Yo aún estaba muy hinchada por la hiperestimulación, y me había pasado los 5 días desde la punción bebiendo y bebiendo aquarius. En esta última estimulación había engordado 5 kg, pero eso era lo de menos, si el resultado era el deseado. Respiraba con dificultad, pero no me importaba, era un gran día y allí estábamos para acoger a mis embriones. 

Ya en la clínica, enseguida nos dieron habitación, como el domingo anterior, y nos dieron a los dos gorro, calzas, y camisón a mí. Esta vez, papiguerrero si podría estar presente en la transferencia. Así parece que todo es más romántico. 

Antes de entrar en el quirófano, nos visita en la habitación nuestra doctora, la de siempre. Me pregunta por mi estado y me confirma que me transferirá un embrión. Yo la corrijo, le digo que queríamos dos, pero ella se niega. Nos da a elegir, transferirme uno ese día o vitrificarlos todos, cancelar la transferencia y realizarla cuando me recupere de la hiperestimulación, uno o dos meses más tarde, con dos embriones. Me dice claramente, que no quiere que me embarace de gemelos y tener que ingresarme en el hospital con hiperestimulación. 

La vemos tan segura del embarazo que decidimos realizar ese día la transferencia de un solo embrión. Teníamos que realizar todos los cambios posibles y hasta ahora, todas las transferencias habían sido de dos, así que, por qué no probar con uno solo. Adelante,solo uno. 

Mientras esperamos para pasar a quirófano, recordamos en la habitación papiguerrero y yo las palabras de la inmunóloga, que a veces el cuerpo está preparado para recibir un embrión pero no dos, así que, vamos a probar esta vez. 

Llegamos a quirófano, nos enseñan nuestro embrión en una pantalla, me realizan la transferencia, y otra vez a la habitación, a hacer los 15 minutos de reposo de rigor, antes de irnos a casa. 

Quedaban por delante 9 días de espera. Como nuestros embriones ya tenían 5 días, pues la betaespera se acortaba, algo bueno tenía que tener. 

Así que llegamos a casa, a cuidarme durante esos días, porque el 1 de diciembre, me tendría que  hacer la analítica para saber si habíamos conseguido o no nuestro sueño. 

El resultado os lo cuento en la siguiente entrada, mientras tanto, gracias por seguir leyendo. 


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