martes, 19 de mayo de 2015

Segunda beta negativa. Febrero 2014.

Llegó el día de la beta. Como la primera vez, me hice una prueba el día anterior en casa, para no estar esperando la noticia en el trabajo durante horas, sin ser capaz de pensar en nada más. La betaespera fue algo distinta. Así como en la primera ambos nos comportábamos como si estuviera embarazada de nuestros dos embriones, en esta ocasión, decidimos que era ridículo hablar a los embriones como si siguieran conmigo, porque igual ya no estaban. Y como la vez anterior no había salido bien y somos tan supersticiosos para estas cosas, pues esta vez, nos comportaríamos de distinta forma. 

Esperé a papiguerrero y juntos nos hicimos la prueba. Esperamos un tiempo prudencial y como ya no éramos novatos, enseguida supimos que volvía a ser negativo. Esta vez, no sé por qué pero tenía menos esperanzas que la primera de que el test casero hubiera fallado. Aún así, siempre te agarras a esos comentarios de los foros donde muchas chicas cuentan que les dio negativo en el test de orina casero y el de sangre más tarde fue positivo. 

Nos fuimos a trabajar el día 5 de febrero y yo acudí a mi hora a la clínica a hacerme el análisis. La enfermera me volvió a preguntar si había tenido algún síntoma o sangrado, a lo que yo respondí que nada distinto de los síntomas de la progesterona. Me volvió a dar el informe de la transferencia con la foto de los embriones, y vuelta al trabajo a esperar la llamada que cambiaría nuestra vida o nos pondría alguna piedra más en el camino. 

El disgusto ya nos lo habíamos llevado el día anterior, pero aún así, seguíamos con esperanza, hasta que a última hora de la mañana, recibo la llamada. Nos comunican que no tienen buenas noticias. Ha sido negativo, así que nos dan cita para ver a la doctora y entre todos, decidir el siguiente paso a seguir. 

Ahora sí es definitivo, nuestras esperanzas se han esfumado. Otra vez negativo. Ya van dos, aunque en realidad son cuatro los embriones que no se han querido quedar con nosotros. Después de la llorera necesaria para cargar pilas, intentamos consolarnos mutuamente, pensando que los cuatro embriones provienen del mismo ciclo, que en el siguiente cambiarán cosas, ya sabemos como reacciona mi cuerpo. Haremos todo lo posible para que no tengan que vitrificar, por si ese ha sido el motivo del "fallo". En unos días, estaremos recuperados del golpe y seguiremos luchando. No nos rendiremos. 

Así, llegó el día de ver a la doctora y que nos explicara que había sucedido. Realmente, no nos aclaran nada. No hay respuesta a esa pregunta o más bien es la misma que tras el primer negativo. Cuestión de suerte, o en este caso, mala suerte. Por acumulación, nos informa que las posibilidades de embarazo en la tercera transferencia es del 90%, y no es hasta el tercer negativo cuando se considera que puede haber fallos de implantación o coagulación, así que nos aconsejan, si estamos de acuerdo, intentarlo una vez más. Pero esta vez nos harán IMSI y MACS, porque así elegirán los mejores gametos masculinos para fecundar. 

Por tanto, no esperaríamos más, en cuanto viniera la regla, volveríamos a empezar. En esta ocasión controlarían más la dosis de puregón para evitar la hiperestimulación y poder realizar la transferencia de embriones en fresco, que al parecer, tienen más posibilidades de sobrevivir. 

Y el 10 de marzo de 2014 comenzó nuestro segundo ciclo de FIV-IMSI y MACS, que daría lugar a nuestra tercera transferencia. 


miércoles, 13 de mayo de 2015

Segunda Transferencia de vitrificados. Enero 2014.

Terminaron las navidades, y aunque el final fue un poco triste, no nos rendíamos. Era nuestro primer intento y las estadísticas únicamente te dan un 20-30% de posibilidades de acertar en la primera ICSI. Así que, cargamos de nuevo las pilas. 

Volvimos a la clínica y nos reunimos con una de las doctoras que nos habían llevado el ciclo anterior. Nos gustaba ir siempre con la misma, en la medida de lo posible, pero por horarios en ocasiones no era posible. La doctora nos dijo que no nos preocupáramos, que podría haber sido únicamente cuestión de suerte y que hasta tres ICSI´s fallidas no se considera que haya más problemas, que debíamos continuar. 

En cuanto comenzó el nuevo ciclo, me dieron las pautas para volver a tomar la meriestra, que es la medicación que ayuda en ciclo sustituído a preparar el endometrio. Como en mi caso no existe ovulación, ni siquiera me dieron a elegir entre ciclo natural o sustituído. En el ciclo anterior, el primero que tomé meriestra, me sentó bastante mal, tanto, que recuerdo que no pudimos acudir a una de las comidas de Navidad con amigos, porque ese mismo día me levanté con una especie de cólico biliar. Un dolor horrible, vómitos y un mareo que hacía que para mí fuera una gymkana llegar de la cama al baño. 

Afortunadamente en el segundo ciclo mi cuerpo ya se había acostumbrado a este nuevo medicamento y aunque emocionalmente me afectaba incluso más que las inyecciones para la estimulación ovárica, por lo menos podía hacer vida normal. 

En este ciclo únicamente acudí una vez a revisión antes de la transferencia, para medir el grosor del endometrio y estimar el día adecuado para realizarla. Así que, el día 22 de enero me realizaron la segunda transferencia de embriones vitrificados. Los dos últimos que quedaban de los cuatros obtenidos de la primera punción. 

Como en el ciclo anterior, me llamó el embriólogo el día anterior de la transferencia para comunicarme que los dos esquimalitos habían desvitrificado bien y que les volverían a hacer hatching, como a los anteriores. Este día, como cualquier día de los que esperábamos llamada de los embriólogos, era angustioso. No nos informaron de la calidad de los embriones de la que nos enteraríamos al hacerme la beta. 

Como en cada ocasión, llamé a papiguerrero para informarle. Volvíamos a estar ilusionados. Ésta sería la buena, seguro.

Acudimos a la clínica en la mañana del 22 de enero, nerviosos, como la vez anterior. Ilusionados, al pensar que en dos semanas podría cambiarnos la vida para siempre o continuar con esta lucha que empezaba a hacer mella, pero aún sobrellevábamos. 

Como ya no éramos principiantes, el tema de llevar la vejiga llena lo controlé un poco mejor, pero tardaron tanto en atendernos que me volvió a pasar lo mismo. Empecé a agobiarme y ya no podía pensar en otra cosa, aunque no fue tan incómodo como la primera vez. 

Entramos en la habitación donde me realizarían la transferencia, viene la doctora a presentarse, una nueva que no conocíamos, y la embrióloga nos vuelve a enseñar un vídeo de los embriones. No nos dice la calidad. A mí me da que pensar, porque en los foros y distintos blogs siempre leía que a todas les decían la calidad de los embriones que obtenían, pero tampoco quería darle muchas vueltas al tema. 

Como en la transferencia anterior, papiguerrero tuvo su momento humorístico. Siempre le han incomodado los silencios, así que intenta en cualquier momento romper el hielo. En este caso, su frase en el momento de realizar la transferencia de embriones, momento en que la doctora y enfermera están concentradas en su trabajo, fue "Y pensar que hay gente que ésto lo consigue gratis". Nos echamos unas risas. La doctora nos miró alucinada por nuestro humor en estos momentos tan difíciles. A lo que yo respondí, "y ahora, yo tengo que estar 48h en reposo absoluto y hay quien se queda embarazada en el baño de una discoteca y sigue bailando toda la noche". Las chicas de la clínica, tanto la doctora como la enfermera se morían de la risa. 

Después de los 15 minutos de rigor, descansando en el silloncito, nos mandaron a casa, con las instrucciones de los próximos 15 días. Eran las mismas que en el ciclo anterior, ya nos las sabíamos. Y así, nos fuimos con nuestros embrioncitos a casa, a cuidarnos y esperar a que llegara el día de la beta, que sería el próximo 5 de febrero.

jueves, 30 de abril de 2015

Primer negativo. 31 de diciembre de 2013.

Nuestra primera betaespera, tras la transferencia del 17 de diciembre de 2013 la pasamos con ilusión. Sabíamos que podía ser negativo, pero no queríamos pensarlo más de la cuenta. Nuestra actitud era muy positiva. Papiguerrero me cuidaba entre algodones, como si ya estuviera embarazada de nuestros mellizos. Ya teníamos pensados los nombres, dos de niño y dos de niña, por si acaso. Así, se nos pasaron despacito esos 14 días desde la transferencia hasta llegar al día de la analítica. El día de nochevieja. 

Como ya dije en la entrada anterior, para no fastidiar las fiestas a las familias, les dijimos que me darían el resultado el día 2. Yo el día 31 no trabajaba pero papiguerrero sí, y por si el resultado no era el deseado, no quería recibir la noticia yo sola en casa. Por tanto, decidimos hacernos el día anterior un test casero, para ir con alguna idea a la analítica, aunque sabíamos que es más fiable el análisis de sangre que el test, puesto que era muy pronto aún. 

El día 30, no recuerdo si por la mañana o por la tarde, me hice el test. Era el primero que hacíamos en nuestra vida y no sabíamos muy bien como iba. El caso es que de repente se puso todo rosa, y pensábamos que era positivo, así que nos dio un subidón, pero al pasar unos segundos, solo quedó marcada la línea de verificación. Una sola línea. Por más que mirábamos, la segunda rayita no se tornaba rosa, así que desilusión por parte de los dos. 

Por una parte, pensábamos que era muy difícil acertar a la primera. Que esto de los tratamientos es un juego de prueba y error, y no se sabe cómo reaccionará el cuerpo a la medicación. 

A llorar un poquito y esperar la confirmación del negativo el día siguiente. Lo de llorar, para mí, era fundamental. Lo necesitaba, era una forma de descargar toda la rabia contenida que tenía dentro, toda la angustia que se acumuló durante la betaespera. Era la mejor forma, o la única forma que sabía para coger fuerzas de nuevo y afrontar con positivismo todas las piedras que nos íbamos encontrando en el camino. 

Tras el disgusto, el día 31 me fui a la clínica a hacerme el análisis. La enfermera me preguntó si tenía algún síntoma, a lo que le respondí que los habituales de la progesterona. (No quería que me engañara ni engañarme a mí misma). Los síntomas de la progesterona son los mismos que los del inicio del embarazo, así que no hay síntomas que valgan, aunque aún así, siempre buscamos alguno. 

Tras hacerme la analítica, la enfermera me entregó un sobre que contenía el informe de la transferencia, con una foto de cada uno de los embriones. Si es positivo, esto está muy bien, es muy bonito tener una primera foto del que va a ser tu bebé a 4 días de la fecundación, no todo el mundo tiene esta "suerte", pero cuando el resultado es negativo, no es tan bonito, incluso llegué a pensar que era ridículo, que deberían esperar a entregar la dichosa foto únicamente en caso de resultado positivo. 

En el informe se indicaba además que los embriones transferidos eran uno de calidad B y otro de calidad C, lo que nos decía que al desvitrificarse habían perdido algo de calidad. 

Al final de la mañana, a eso de las 13:45 más o menos, me llamaron para confirmarme que había sido negativo. Aunque ya lo sabíamos, nos quedaba algo de esperanza y pasamos una mañana de nervios y otro momento de desilusión al saber el resultado. Recuerdo que llamé a papiguerrero para confirmarle lo que ya sabíamos y me dijo, "ya voy para casa, no te preocupes". Supongo que él estaba tan desilusionado como yo, pero delante mío siempre demostró entereza y me apoyaba al máximo, siempre positivo. Como me dice siempre, " Si tu estás bien, yo estaré bien". ¿Cómo no le voy a querer? 

Pasamos una tarde regular, pero tocaba celebrar la nochevieja en mi casa, con mis padres, y ellos no sabían nada del tema. Intentamos disimular, aunque cuando nos tomamos las uvas, yo no pude contenerme y tuve que irme a la cocina, porque alguna lágrima se me escapó. Había imaginado muchas veces cómo sería ese momento, en caso de resultado positivo, anunciando a mis padres que serían abuelos por cuarta vez. Ellos también sufrían con esto, y sería una gran noticia, pero no pudo ser. 

Tras las uvas, nos fuimos a casa, no teníamos muchas ganas de fiesta, y ni siquiera pasamos por casa de papiguerrero, como hicimos otros años, a felicitar la entrada del nuevo año a su familia. Ya les veríamos el día siguiente. 

Pasó año nuevo, celebrándolo con una comida en casa de papiguerrero, como he dicho, con sus hermanos, sus padres, las cuñadas. Pero la sobremesa no la alargamos mucho. 

Cuando llegué a casa, no aguanté más, llamé a mi madre, confirmé que ya habían terminado la celebración con mis hermanas y mis sobris y le dije el resultado del análisis. La pobre se disgustó, tenía mucha ilusión, y además, me comentó que pensaban que papiguerrero y yo habíamos discutido, porque el día de nochevieja estábamos muy serios y no es habitual en nosotros. Estaban preocupados. Aclarada la situación, pasamos el duelo de la mejor forma posible y volvimos a coger cita para ver a nuestra doctora, para que nos explicara cual era el siguiente paso. 

Nos habíamos caído una vez, pero tocaba levantarse y seguir con la lucha por lo que más queríamos. 

Seguiríamos con más fuerza y lo más importante es que papiguerrero y yo estábamos más unidos que nunca. 

sábado, 18 de abril de 2015

Nuestra primera transferencia.

Por fin llegó el día de nuestra primera transferencia. El 17 de diciembre llegamos a la clínica papiguerrero y yo, cargados de ilusión. Sabíamos que podría ser que no saliera bien la cosa. Estábamos empezando y el viaje de la infertilidad podría acabarse en dos semanas y cambiarnos la vida por completo o podría ser el principio de nuestra lucha. 

Hice caso de las instrucciones del embriólogo y me tome una botella de agua una hora antes de la cita. Cuando llegamos allí, nos dicen que nos suelen citar con media hora de antelación por si nos retrasamos. Yo, que soy muy meona, me empiezo a agobiar, no me puedo aguantar y no nos llaman. 

Como somos novatos no sabemos cual es el protocolo. Nos llaman para ir a quirófano. Esta vez si podrá entrar papiguerrero conmigo para que el momento sea algo más romántico. Estamos muy ilusionados y espectantes. Vuelven a meternos en una habitación minúscula, como el día de la punción, con un baño y un silloncito. Allí esperamos un rato, y yo con la vejiga a reventar. 

Pasamos a quirófano y allí se encuentra una de las doctoras que no conocemos, la embrióloga y la enfermera. Nos enseñan un vídeo de nuestros embriones, que ya son de 4 días. Mientras la enfermera me hace una eco abdominal, la doctora introduce el catéter, a través del cual hará llegar los embriones hasta el útero. 

Aquí hubo un momento gracioso de papiguerrero. Siempre decía algo para romper el hielo y calmar los nervios. Recuerdo que después de introducir el catéter, la doctora dice "ya está" y nos quedamos como tontos mirando el monit,or. Tras unos segundos de silencio, papiguerrero dice " si ya está, ¿que hacemos aquí?" respondiéndole la doctora que ya estaba el catéter pero teníamos que esperar a que la embrióloga trajera a los embriones. 

Nos echamos unas risas, nerviosas, claro está, y apareció la embrióloga con el "tubito". Me introducen los embriones y vemos unos puntitos blancos en el monitor, que nos dicen que ahí están. Nos lo tenemos que creer, porque no se ve nada. Me dejan descansando en el silloncito de la habitación unos 15 minutos y pasado ese tiempo, vía libre para vaciar la vejiga. No lo disfruté mucho por el agobio que tenía con la vejiga a reventar. De esto aprendería para las siguientes transferencias. No hace falta beber tanta agua ni una hora antes, que desde que te llaman hasta que te pasan a quirófano se hace eterno. 
Pasado el tiempo, viene la doctora y nos informa de las pautas a seguir durante la betaespera. Dos días de reposo absoluto y el resto, vida tranquila, nada de peso, lo típico que se recomienda a una embarazada en el primer trimestre. Fecha de la beta, para el 31 de diciembre. 

Madre mía, si la beta es positiva, será un final de año estupendo, pero si es negativa, como vamos a tomarnos las uvas!! Así que decidimos decir a las familias que la beta sería el día 2 de enero, por no fastidiarles las fiestas. Y con nuestros embrioncitos nos fuimos a casa a descansar. Nos quedaban dos semanas de espera. 

jueves, 16 de abril de 2015

A por los primeros esquimalitos.

Tuvieron que pasar dos meses desde la punción hasta la transferencia de nuestros primeros embriones. Aquellos esquimalitos que dejamos vitrificados hasta que me recuperase de la hiperestimulación. (Por cierto, algún día hablaré más detenidamente de la hiperestimulación, porque después de todo lo pasado, mi hematóloga me dice que si tenía riesgo de hiperestimulación, me debían haber anticoagulado con heparina, para evitar trombos, pero esto lo contaré más adelante). 

Como decía, tuvieron que pasar dos ciclos, con sus reglas respectivas y revisiones en la clínica para comprobar que los ovarios habían recuperado su tamaño normal y ya no había líquido que pudiera ser perjudicial en caso de embarazo. Yo, por aquel entonces, no conocía muy bien los riesgos de la hiperestimulación ni por qué se producía, nos explicaron lo justo, pero hacíamos caso a las doctoras, ellas son las que saben, teníamos confianza en ellas. 

Llegó diciembre de 2013 y fue entonces cuando nos dieron el visto bueno en la consulta. Comenzaría a preparar mi endometrio con meriestra, nada de pinchazos esta vez, parecía que lo peor había pasado. Así, comencé con la medicación y tuve que ir a revisión varias veces en la primera parte del ciclo, pero muchas menos que antes de la punción. 

Tras los controles rutinarios, el día 10 me comunican que el 17 de diciembre será la transferencia. Madre mía, nuestra primera betaespera sería en plenas Navidades. Esto sale bien seguro!! Seguíamos siendo positivos. 

El día anterior a la transferencia nos llaman del laboratorio para darnos las instrucciones. Recuerdo que iba en el coche del trabajo con tres compañeros más. Uno de ellos lo sabía, pero yo hablaba en clave, porque los otros dos no sabían nada. 

Me dice el embriólogo que nuestros dos esquimalitos han descongelado bien, pero no me dice la calidad, de ésto nos enteraríamos más tarde. Ahora, viendo el informe, veo que eran uno de calidad B o bueno y otro de calidad C o regular. Recuerdo que me soltó por teléfono que les iban a hacer Hatching. La primera vez que oía esa palabra. Nadie nos había hablado de ello. Le pregunto y me explica brevemente que les ayudan a romper para que se enganchen mejor al endometrio. 

Me da las instrucciones, que básicamente eran ir con la vejiga llena. Que me tomara tres vasos de agua una hora antes de la cita. Así, nos despedimos hasta el día siguiente. 

Ya empezaban los nervios. Llamo a papiguerrero y le informo de que los embriones han sobrevivido a la desvitrificación y la hora de la transferencia. Ya estábamos más cerca de nuestro sueño. 

viernes, 10 de abril de 2015

La llamada más esperada

Tras la punción, tuvimos que esperar hasta el día siguiente para saber el número de embriones que habíamos obtenido. Éramos nuevos en ésto y no sabíamos como se sucederían las cosas. Sólo seguíamos instrucciones de los embriólogos. Teníamos que confiar en la clínica donde nos estábamos dejando nuestros ahorros con el fin de cumplir nuestro mayor sueño. 

Así, al día siguiente de la punción recibo la primera llamada. El embriólogo de turno se presenta, me comunica que se ha podido trabajar con 10 ovocitos, a los que se ha practicado la microinyección (ICSI) y que a día +1, tenemos 6 embriones. Me dice que está muy bien, que es un buen resultado, a pesar de haber perdido 8 ovocitos por el camino. Nosotros, como no sabemos mucho sobre el tema, nos quedamos tranquilos. Pensamos que con 6 embriones tendríamos para tres transferencias de dos embriones cada una. Nos autoconvencemos que con tres transferencias nos sobrará para conseguir el deseado embarazo. Muy mal se tiene que dar la cosa. 

Todos estos pensamientos y más pasan por nuestras cabezas en las 24 horas siguientes. El embriólogo me dijo antes de colgar que me llamaría cada día para darme información sobre nuestros embriones. Digo 24 horas por decir algo, porque nunca sabíamos la hora exacta a la que nos llamarían para darnos esa información que con tanto ansia esperábamos. Éste sería también uno de los peores momentos para nosotros en cada ciclo. La transición desde la punción a la transferencia, o vitrificación en este caso. No sabría si colocarlo incluso por encima del momento previo a la punción. Aquel era un dolor físico, y la espera a cada llamada, a cada noticia sobre nuestros embriones era más bien una angustia y un desgaste psicológico que nos dejaba agotados. 

Al día siguiente, día +2 de nuestros embriones, me volvieron a llamar mientras estaba en el trabajo. Esta situación era una locura. No podía concentrarme en el trabajo, y además, yo no había comentado nada a mis compañeros, a pesar de haber faltado en muchas ocasiones durante el ciclo, para realizarme los controles e incluso para la punción. Ya sabéis, en toda oficina hay una compañera cotilla que pregunta más de la cuenta y quiere saber en todo momento donde está cada uno. Así que ya me había hecho una experta en dar excusas sobre mis continuas ausencias. 

Pues bien, como decía, recibo la llamada del embriólogo y me comunica que uno de los embriones se ha parado. Nos quedan 5, de los cuales no se aventura a decirme la calidad porque puede variar de un día para otro. 

En ese momento, me entra un escalofrío por todo el cuerpo. No lo habíamos visto, era sólo un conjunto de células, pero me dio algo de tristeza haber perdido a ese sexto embrión. 

Cuelgo con el embriólogo y sin volver a mi puesto de trabajo llamo inmediatamente a papiguerrero, que está tan nervioso como yo. Se lo comunico, nos resignamos, nos consolamos mutuamente y continuamos con nuestros trabajos respectivos. 

Al día siguiente, dia +3, volvemos a revivir los mismos sentimientos que el día anterior. Pero esta vez se agravan los nervios. Hoy es un día clave. Hoy vitrificarán a nuestros embriones, si es que alguno es viable para la vitrificación, tal y como nos indicaron en días anteriores. Nos llaman los embriólogos y nos comunican que hemos perdido otro embrión, no ha seguido desarrollándose, se ha parado. Por tanto, el resultado final, de aquellos 14 ovocitos que me extrajeron en la punción han sido 4 embriones, uno de calidad A o muy bueno y tres de calidad B o buenos. Todos pueden vitrificarse. 

Después de estos tres días de angustia, estamos contentos con nuestros cuatro embriones. Tenemos para dos intentos con dos embriones cada uno. Además, con dos nos valdría. Ahora sólo teníamos que esperar a que me recuperase de la hiperestimulación, que se reabsorbiera el líquido y que mis ovarios volvieran a su tamaño normal. Mientras tanto, nuestros cuatro esquimalitos estarían esperándonos pasando un poco de frío. 


jueves, 9 de abril de 2015

Primera punción. Octubre 2013.

Por fin llegó el día de la punción. Esto era nuevo para nosotros. Papiguerrero ya se había hecho experto en poner inyecciones después de los quince días que llevábamos de tratamiento, y ahora me tocaba a mí entrar en quirófano. Nos levantamos un poco nerviosos pero ilusionados. Estábamos expectantes por ver si de todos los folículos que parecían tener el tamaño adecuado resultarían ovocitos maduros listos para fecundar y por saber cuántos embriones viables obtendríamos. 

Tras una larga espera en la sala, nos llaman para pasar a quirófano. Papiguerrero me acompaña hasta la recepción de la zona de quirófanos. Allí nos informan que aunque la intervención dura más o menos 15 minutos, entre preparativos y la reanimación de después, le avisarán en una hora para que venga a recogerme. 

Allí nos despedimos, y papiguerrero se fue a dejar la muestra mientras a mi me prepararon en una habitación con un silloncito y un baño, para entrar a la punción. 

Una vez en quirófano, se presentan todos los doctores. Bueno, doctora, enfermera y anestesista. La doctora era otra distinta a las que me habían atendido en las consultas, así que, no había confianza. Me sedaron, y en menos de diez segundos ya estaba durmiendo. Cuando desperté, ya estaban terminando así que no noté apenas nada. Eso sí, luego me sentía dolorida. 

Me pasan de la camilla al silloncito y me "transportan" a la habitación donde había dejado mis cosas. Allí, me dieron un zumo de piña y esperaron a que me despertara un poco, porque aún estaba atontada. Tras el protocolo habitual de comprobar que no había sangrado ni existía ningún otro problema, vienen y me comunican el número de ovocitos que se han extraído. Al final, de todos los folículos que tenía pudieron recuperar 14 ovocitos maduros. Ahora había que esperar a ver cuántos de estos ovocitos lograrían ser fecundados, pero estábamos contentos con la cantidad. Eran muchos!!

Con esta información, nos dejan irnos a casa. Tendríamos que esperar hasta el día siguiente para saber cuantos embriones podríamos vitrificar, porque nos avisan que no todos valen para vitrificar. Depende de la calidad. Así que ansiosos, nos fuimos a desayunar y después, a casa a descansar. 

Lo del desayuno era un ritual. Después de la punción, papiguerrero me invitaba a desayunar en nuestra pastelería favorita. Aunque creo recordar que en esta primera punción era ya tarde y fuimos directamente a por un pincho de tortilla. No había que perder la esperanza ni las buenas costumbres.