Como ya he comentado, el lunes 10
de agosto por la noche, después de un largo paseo, llegamos a casa y cuando
salí de la ducha, sobre las 22:15h rompí la bolsa, así que nos fuimos directos
al hospital. Cuando llegamos allí, dimos los datos y nos mandaron a la sala de
espera. Recuerdo que papiguerrero estaba tan nervioso que no entendía por qué
nos hacían esperar, si ni siquiera me habían preguntado si el líquido era
limpio o no. Entonces me llamaron, me tomaron más datos, me midieron la tensión
y nos llevaron a la zona de maternidad, donde me exploraron y me monitorizaron
durante una hora. Como aún no tenía contracciones, me subieron a una
habitación, para que pasara la noche tranquila, y esperáramos a que las
contracciones comenzaran de forma natural. Pedí unas medias de compresión,
necesarias por mi antecedente de trombosis, y tras enseñarle yo a la enfermera
cómo poner las medias, nos avisó que la llamáramos si tenía contracciones cada
2 minutos.
Como buenos primerizos, pusimos
el cronómetro en el móvil, para tenerlo todo controlado. Sobre las 23h
empezaron las contracciones y a las 23:30h ya tenía contracciones cada minuto y
medio. Llamamos a nuestra enfermera para avisarla y vino diciendo que era
imposible que tuviera contracciones fuertes tan seguidas, que hacía menos de
media hora que había subido de monitores y no tenía tantas. Le explicamos que
lo estábamos mirando con el móvil y no se lo creyó, así que se quedó con
nosotros hasta la siguiente contracción. Contó los segundos de cabeza y antes
de que pasara un minuto nos dice “Ves, ya han pasado dos minutos y no has
tenido ninguna contracción, así que aguanta un poco más y sigue contando” y
allí nos dejó, con cara de tontos y yo sufriendo las contracciones, que cada
vez eran más dolorosas y seguidas.
Yo me había puesto la heparina
esa misma mañana, como cada día, a las 6:30h, así que no podía pedir la
epidural hasta las 6:30h del día siguiente.
El dolor comenzaba a ser
insoportable. Papiguerrero sufría al verme, midiendo el tiempo de las contracciones
con su móvil en la mano, y ninguno de los dos entendíamos por qué no me volvían
a bajar a monitores para controlarme. Intentaba superar el dolor dándome paseos
por la habitación, de un lado para otro, de pie, sentada, apoyada en la cama,
hasta que sobre la 1:00H entra de nuevo la enfermera para preguntar cómo
estaba. Ya llevaba un rato con contracciones cada menos de 1 minuto y cuando
entró la enfermera me vio apoyada a los pies de la cama, rota de dolor, con las
piernas temblando, y por fin se dio cuenta de la situación, así que sin
preguntar más nos dijo, voy a avisar a paritorio.
Me llevaron en una silla hasta el
paritorio asignado y allí empezó el protocolo. Pregunté por la epidural y me
dijeron que a las 6:30h vendrían a hacerme una analítica de coagulación para
asegurarse que podía ponerme la epidural, y que no la pidiera antes porque no
me la iban a poner de ninguna manera, ya que era un riesgo para mí.
Así que estuve sufriendo toda la
noche contracciones cada 45 segundos aproximadamente, sin epidural, y parecía
que iba para largo puesto que la dilatación estaba siendo muy lenta. A las
5:30h de la mañana empecé a recordar que tenían que venir a hacerme la
analítica, para que no pasara ni un minuto más del tiempo previsto. Ya no podía
más, pero había que aguantar, por la salud de los dos.
A las 6:30h vinieron a hacerme la
analítica y aunque lo pregunté, no me quisieron decir el tiempo que tardaban
los resultados. El chico que me lo hizo me dijo que me hiciera a la idea de que
tardaban una hora, aunque podría estar antes. Así que, desde las 7h, estuve
obligando a papiguerrero a salir al mostrador a preguntar qué pasaba con los
resultados y que fueran avisando al anestesista. Salió dos veces, aunque ya sabía la respuesta,
pero yo no podía más y le insistía en que les recordara que estábamos esperando
la epidural.
Sobre las 7:30h me preguntaron
que si quería ponerme la epidural. Pues claro! Desde hace 7 horas!!!! , pensé
yo, así que empezaron a prepararlo todo. Yo pensé que se tardaba poco en ponerla pero los preparativos se me
hicieron eternos. A las 8h ya empecé a notar los efectos de la bendita
epidural, así que conseguí quedarme dormida. Después de tantas horas estaba
rota y aún quedaban unos 6cm de dilatación.
Así que, ya con la epidural,
pasaron las horas. Se nos hizo eterno. Papiguerrero no podía dormir de los
nervios y yo me echaba algún que otro sueñecito, hasta que empezó a fallar el
goteo de la epidural. Pitaba, daba fallo y sobre las 15h avisamos para que
vinieran a ver qué pasaba, porque empezaba a sentir con fuerza de nuevo las
contracciones. Me dijeron que me moviera, pero que no me ponían más porque si
no, no lo iba a sentir y me quedaba muy poco. La matrona en un principio no
quería ponerme más epidural, pero al final accedió, al ver mi cara de dolor con
la siguiente contracción. Me dijo, antes de las 17h sí o sí, tiene que nacer tu
bebé. Este comentario nos dio fuerzas. Ya quedaba poco.
Eran ya las 16h y había alcanzado
los 10cm de dilatación, pero el bebé estaba muy arriba y tenía que bajar más
para empezar a empujar. Me colocaron la cama más vertical, para que la gravedad
le ayudara a colocarse y sobre las 17h vinieron a verme de nuevo. La matrona,
que estaba un poco enfadada, porque todos sus compañeros se habían ido a comer
juntos y la habían dejado sola, con los paritorios al completo, no fue muy
amable con nosotros. Me dijo que empujara y yo lo hice lo mejor que sabía (un
año después, en el parto de nuestra princesa, pudimos confirmar que no estaba
empujando mal). Me dijo que no lo estaba haciendo bien y que así no iba a nacer
el niño nunca. Yo no tenía fuerzas.
Llevábamos allí desde las 23h del día anterior y eran casi las 18h. Por
más que lo intentaba, no bajaba, así que después de varios intentos, incluso
con ayuda, tuvieron que avisar a la ginecóloga.
De repente se llenó el paritorio
de personal sanitario, no paraba de entrar gente y sus caras parecían serias.
En seguida nos dimos cuenta que algo no iba del todo bien. Me vio la gine, nos miró y nos dijo “Tengo que
usar fórceps”, hay que sacarlo ya y solo no puede. Yo no pude contener mis lágrimas, y solo se
me ocurrió decirle, “Vale, pero por favor, hazlo lo mejor que sepas”.
Papiguerrero estaba desencajado y
aún así intentó animarme. Me decía que no llorara y la anestesista, muy amable
y cercana le dijo, déjala, es su parto, que lo viva como quiera, y tú no te
retires, quédate aquí con ella para acompañarla. Papiguerrero decía que no
quería molestar pero la anestesista le dijo que se quedara allí, que él era el
padre y era muy importante su presencia. Yo lo agradecí. Después de todo lo que
habíamos pasado, quería que papiguerrero estuviera a mi lado en ese momento.
Me avisaron que me iban a poner
más epidural porque lo que me iban a hacer era complicado y lo necesitaría. Yo
no podía parar de llorar. Y cuando estuvo todo preparado, sacaron al pequeño
guerrero. Luchador hasta el final. Me lo dieron, pero a mitad de camino, se lo
tuve que devolver a la gine, porque el cordón umbilical era muy corto y no
llegaba. Ese era el motivo por el que nuestro guerrero no era capaz de salir
solo. Tenía el cordón muy corto y no le permitía girarse para colocarse en la
posición adecuada para salir. Por eso no bajaba, no porque yo no estuviera
empujando bien, como me dijo la matrona.
Por fin, oímos un llanto intenso,
tan intenso como el que tiene ahora nuestro pequeño guerrero. Les pregunté que
si estaba bien. Le miraron la cabecita, por si los fórceps le pudieran haber
dañado y me confirmaron que estaba perfecto.
Eran las 18:27h. Mi pequeño
guerrero había luchado desde el minuto uno de embarazo hasta su nacimiento.
Había nacido en el descuento. Yo le decía a papiguerrero que iba a ser del
Atleti, sufridor de principio a fin y ganando en el descuento. Su peso fue de
3.780g y midió 52.5cm. Estaba hecho un torete.
Una vez que tuve a mi guerrero en
brazos, empecé a notar que las voces se alejaban y sin poder casi articular
palabra le dije a papiguerrero que cogiera al niño que me estaba mareando y
tenía ganas de vomitar. Casi no le dio tiempo. En cuanto solté al bebé, vomité
y perdí el conocimiento. Yo creo que toda la tensión del parto, de repente
salió a la luz. Por suerte, me recuperé enseguida.
Tengo que decir que éramos muy
felices pero nuestra experiencia fue muy traumática, tanto que papiguerrero
estuvo en shock hasta el día siguiente que se fue a casa a duchar y relajarse
él solo y yo no pude parar de llorar hasta horas más tarde.
Afortunadamente, todo salió bien
y nos dejaron disfrutar de nuestro bebé en el paritorio durante 2h antes de
subir a la habitación, aunque la primera hora fue un poco movida, ya que
estuvieron cosiéndome y recuperándome después de mi mareo.
Pasadas las dos horas, nos
subieron a la habitación, donde estaba la familia esperándonos, pero esto os lo
cuento en la próxima entrada.
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