Llegó el verano y el embarazo se
hacía cada vez más duro. Nuestro pequeño guerrero aún no había cumplido el año
y yo estaba a punto de dar a luz. Cada día más cansada y el guerrero que no
para de correr de un lado a otro. Se cae, pero es perseverante y quiere
caminar, y caminar, y seguir caminando.
Papiguerrero, afortunadamente, llegaba pronto del trabajo y por las tardes se
encargaba del guerrero que solo quería ir de un lado para otro.
En la piscina,
en el parque, en casa. Es incansable. El día se acerca. Ya tenemos el
dormitorio del guerrero, aunque sigue durmiendo en la cuna. Nos parece aún un
bebé. Y no es que lo parezca, es que es un bebé y estamos a punto de recibir
otro. No sabemos cómo lo haremos pero no somos los primeros. Saldremos
adelante. Estamos encantados con este regalo.
Ya empezamos a darle vueltas al
día del parto. Cómo será, cómo nos organizaremos. Y llegan las últimas semanas
de embarazo. Me toca ir a revisión. La fecha prevista de parto es el día antes
del cumple del pequeño guerrero, así que aunque sería bonito que coincidiera el
día de su cumpleaños, nos daría pena no poder celebrar con nuestro guerrero su
primer cumpleaños.
En la semana 33 acudimos de nuevo
a nuestro doctor de la clínica privada, que como siempre nos dio tranquilidad. Fue
la última visita y nos pidió, como en el anterior embarazo, que cuando naciera
la princesa le informáramos de cómo había ido todo. Ya sólo quedaban las
últimas revisiones en la Seguridad Social.
Empiezan las citas con monitores.
La nena no tiene muchas ganas de salir. Recuerdo que la primera vez que fui a
monitores después de un rato el matrón que me atendió me recomendó que fuera a
comer algo a la cafetería, porque el bebé estaba demasiado tranquilo. Estaba
con mis padres y el pequeño guerrero, así que allí que nos bajamos todos a la
cafetería del hospital, desayuné un bollito con un colacao y otra vez para
arriba. La segunda vez parece que la princesa se estaba activando, gracias al
azúcar que le había dado.
Volví dos días más a monitores
antes de dar a luz. En la penúltima revisión antes del parto, la gine me dijo
que por mis antecedentes, trombosis y teniendo en cuenta que estaba con
heparina, además del tamaño y peso que parecía alcanzar ya la princesita, no
podían demorar mucho el parto y era mejor tenerlo controlado. Era el mismo día
que salía de cuentas. 10/08/2016, el día antes del cumpleaños del pequeño
guerrero. Recuerdo que cuando la gine me insinuó programar el parto, me eché a
reir. Se sorprendió y me preguntó si no quería programarlo y le conté mi
experiencia en el parto anterior. Ella me explicó que hay situaciones en las
que es necesario y más seguro programar el parto y después de todo lo que había
pasado, la mía era una de esas situaciones. Así que me exploró, me dijo que aún
parecía quedar mucho pero esto podía cambiar de un momento a otro. Aun así, le
pregunté si podíamos celebrar tranquilos el primer cumpleaños del pequeño
guerrero y me dijo que sí, que todo parecía estar bien. Me dio cita para el día
12, y ese día decidiríamos que hacíamos.
Y llegó el primer cumpleaños del
pequeño guerrero, pero esto lo contaré en la próxima entrada. Mientras tanto,
gracias por seguir ahí.
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