Después de obtener el positivo en
casa, empecé a buscar un gine para que me hiciera una eco lo antes posible para
confirmar que todo iba bien y saber de cuantas semanas estaba. El miércoles
siguiente a hacerme la prueba en casa, papiguerrero y yo acudimos a nuestra
cita con el gine. Le comentamos nuestro historial. Recuerdo que fuimos a la
consulta con el pequeño guerrero, que tenía 5 meses recién cumplidos y la
doctora nos comentó que era muy habitual. Me hizo una eco y nos confirmó que
todo estaba bien y por las medidas del embrión y su desarrollo, estaba de unas
11 semanas de gestación. Nos habíamos pasado el primer trimestre sin darnos
cuenta, y como decía papiguerrero, “pero si no te he cuidado nada!!”.
Así que, salimos de la consulta
contentísimos, con la fecha prevista de parto calculada por la doctora, 10 de
agosto de 2016. Madre mía! 12 meses se llevarían nuestros nenes. Estábamos
encantados. Y qué saltos daba la princesa en la ecografía. Ya empezábamos a
creérnoslo y ya la queríamos más que a nuestra vida.
Llamé a la clínica privada donde
concebimos al guerrero y concerté cita con nuestro maravilloso doctor, para que
nos hiciera el seguimiento del embarazo, nos haría las cuatro ecos más
importantes, como hicimos con el pequeño. Así nos quedaríamos más tranquilos.
Recuerdo que papiguerrero se
cogió el día de vacaciones. Fuimos por la mañana a la eco y luego a celebrarlo.
Cuando llegamos a la clínica, el doctor se acordaba perfectamente de nosotros,
y es que sólo habían pasado 6 meses desde la última vez que nos vimos. Primero
nos dio la enhorabuena y luego nos comentó que era muy habitual, incluso tenía
pacientes que habían tenido los dos primeros hijos mediante fecundación In
Vitro y después habían conseguido embarazo gemelar de forma natural.
Así que, estábamos muy contentos.
Nos volvió a explicar todo lo que iba a observar en la eco y después pasamos a
la camilla. Como siempre, primero lo miraría él y luego nos contaría lo que
había visto.
Empezaba la tensión, esa tensión
nerviosa por querer saber lo antes posible que nuestro bebé estaba bien. Llegado el momento, nos dice, ¿Teníais un
niño, verdad? Le dijimos que sí, y nos preguntó si queríamos saber el sexo del
bebé. Con esta pregunta se nos pasó por la cabeza que todo estaba bien. Así que
nos lo dijo: “Es una pitufa!” Qué bien! Yo sabía que papiguerrero quería tener
una princesa. A mí me daba igual. Siempre tuve preferencias con los niños,
porque yo no tengo hermanos, solo hermanas y papiguerrero, al contrario. Por un
lado, quería que fuera otro niño ya que al llevarse tan poquito tiempo con el
pequeño guerrero, sería bueno para ellos, pero pensándolo bien, podía tener la
misma relación con su hermana aunque fueran de distinto sexo. Así que,
estábamos encantados. En el fondo, esto era lo de menos. Estábamos felices.
Después de todo lo que habíamos pasado, de todas las pruebas y negativos, de
todos los diagnósticos desfavorables, estábamos formando una bonita familia. No
podíamos pedir más.
Salimos de allí, y como hacíamos
en cada eco del pequeño guerrero, llamamos a nuestras madres y les informamos
de que todo estaba bien y que era NIÑA!! Ya teníamos su nombre. Nos gustaba, ya
lo teníamos pensado en el primer embarazo, y casualmente su significado es
“Regalo de Dios”. El destino decidió que nuestros hijos tuvieran un nombre que
define perfectamente su historia. “El deseado” nuestro guerrero y “regalo de Dios”
nuestra princesa.
Toda la familia estaba emocionada
con la llegada de la princesa, pero seguro que hubo una persona que se alegró
un poquito más. Nuestra sobrina. Quería una nena ya que en mi familia era ella
la única nieta y había tres nietos varones. Cuando se enteró del embarazo me
decía, con sus 10 años “ por favor, que sea niña!!!”. Así que se puso muy
contenta.
Y así dimos la noticia al resto
del mundo, estando de 13 semanas, según salimos de la Clínica, pero esto lo
contaré en la siguiente entrada, porque tuvimos comentarios de todo tipo.
Mientras tanto, gracias por
seguir ahí y no dejéis de soñar.
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