jueves, 24 de agosto de 2017

Día del parto: 11 de Agosto de 2015. Bienvenido pequeño Guerrero!


Como ya he comentado, el lunes 10 de agosto por la noche, después de un largo paseo, llegamos a casa y cuando salí de la ducha, sobre las 22:15h rompí la bolsa, así que nos fuimos directos al hospital. Cuando llegamos allí, dimos los datos y nos mandaron a la sala de espera. Recuerdo que papiguerrero estaba tan nervioso que no entendía por qué nos hacían esperar, si ni siquiera me habían preguntado si el líquido era limpio o no. Entonces me llamaron, me tomaron más datos, me midieron la tensión y nos llevaron a la zona de maternidad, donde me exploraron y me monitorizaron durante una hora. Como aún no tenía contracciones, me subieron a una habitación, para que pasara la noche tranquila, y esperáramos a que las contracciones comenzaran de forma natural. Pedí unas medias de compresión, necesarias por mi antecedente de trombosis, y tras enseñarle yo a la enfermera cómo poner las medias, nos avisó que la llamáramos si tenía contracciones cada 2 minutos.
Como buenos primerizos, pusimos el cronómetro en el móvil, para tenerlo todo controlado. Sobre las 23h empezaron las contracciones y a las 23:30h ya tenía contracciones cada minuto y medio. Llamamos a nuestra enfermera para avisarla y vino diciendo que era imposible que tuviera contracciones fuertes tan seguidas, que hacía menos de media hora que había subido de monitores y no tenía tantas. Le explicamos que lo estábamos mirando con el móvil y no se lo creyó, así que se quedó con nosotros hasta la siguiente contracción. Contó los segundos de cabeza y antes de que pasara un minuto nos dice “Ves, ya han pasado dos minutos y no has tenido ninguna contracción, así que aguanta un poco más y sigue contando” y allí nos dejó, con cara de tontos y yo sufriendo las contracciones, que cada vez eran más dolorosas y seguidas.
Yo me había puesto la heparina esa misma mañana, como cada día, a las 6:30h, así que no podía pedir la epidural hasta las 6:30h del día siguiente.
El dolor comenzaba a ser insoportable. Papiguerrero sufría al verme, midiendo el tiempo de las contracciones con su móvil en la mano, y ninguno de los dos entendíamos por qué no me volvían a bajar a monitores para controlarme. Intentaba superar el dolor dándome paseos por la habitación, de un lado para otro, de pie, sentada, apoyada en la cama, hasta que sobre la 1:00H entra de nuevo la enfermera para preguntar cómo estaba. Ya llevaba un rato con contracciones cada menos de 1 minuto y cuando entró la enfermera me vio apoyada a los pies de la cama, rota de dolor, con las piernas temblando, y por fin se dio cuenta de la situación, así que sin preguntar más nos dijo, voy a avisar a paritorio.
Me llevaron en una silla hasta el paritorio asignado y allí empezó el protocolo. Pregunté por la epidural y me dijeron que a las 6:30h vendrían a hacerme una analítica de coagulación para asegurarse que podía ponerme la epidural, y que no la pidiera antes porque no me la iban a poner de ninguna manera, ya que era un riesgo para mí.
Así que estuve sufriendo toda la noche contracciones cada 45 segundos aproximadamente, sin epidural, y parecía que iba para largo puesto que la dilatación estaba siendo muy lenta. A las 5:30h de la mañana empecé a recordar que tenían que venir a hacerme la analítica, para que no pasara ni un minuto más del tiempo previsto. Ya no podía más, pero había que aguantar, por la salud de los dos.
A las 6:30h vinieron a hacerme la analítica y aunque lo pregunté, no me quisieron decir el tiempo que tardaban los resultados. El chico que me lo hizo me dijo que me hiciera a la idea de que tardaban una hora, aunque podría estar antes. Así que, desde las 7h, estuve obligando a papiguerrero a salir al mostrador a preguntar qué pasaba con los resultados y que fueran avisando al anestesista.  Salió dos veces, aunque ya sabía la respuesta, pero yo no podía más y le insistía en que les recordara que estábamos esperando la epidural.
Sobre las 7:30h me preguntaron que si quería ponerme la epidural. Pues claro! Desde hace 7 horas!!!! , pensé yo, así que empezaron a prepararlo todo. Yo pensé que se tardaba  poco en ponerla pero los preparativos se me hicieron eternos. A las 8h ya empecé a notar los efectos de la bendita epidural, así que conseguí quedarme dormida. Después de tantas horas estaba rota y aún quedaban unos 6cm de dilatación.
Así que, ya con la epidural, pasaron las horas. Se nos hizo eterno. Papiguerrero no podía dormir de los nervios y yo me echaba algún que otro sueñecito, hasta que empezó a fallar el goteo de la epidural. Pitaba, daba fallo y sobre las 15h avisamos para que vinieran a ver qué pasaba, porque empezaba a sentir con fuerza de nuevo las contracciones. Me dijeron que me moviera, pero que no me ponían más porque si no, no lo iba a sentir y me quedaba muy poco. La matrona en un principio no quería ponerme más epidural, pero al final accedió, al ver mi cara de dolor con la siguiente contracción. Me dijo, antes de las 17h sí o sí, tiene que nacer tu bebé. Este comentario nos dio fuerzas. Ya quedaba poco. 
Eran ya las 16h y había alcanzado los 10cm de dilatación, pero el bebé estaba muy arriba y tenía que bajar más para empezar a empujar. Me colocaron la cama más vertical, para que la gravedad le ayudara a colocarse y sobre las 17h vinieron a verme de nuevo. La matrona, que estaba un poco enfadada, porque todos sus compañeros se habían ido a comer juntos y la habían dejado sola, con los paritorios al completo, no fue muy amable con nosotros. Me dijo que empujara y yo lo hice lo mejor que sabía (un año después, en el parto de nuestra princesa, pudimos confirmar que no estaba empujando mal). Me dijo que no lo estaba haciendo bien y que así no iba a nacer el niño nunca. Yo no tenía fuerzas.  Llevábamos allí desde las 23h del día anterior y eran casi las 18h. Por más que lo intentaba, no bajaba, así que después de varios intentos, incluso con ayuda, tuvieron que avisar a la ginecóloga.
De repente se llenó el paritorio de personal sanitario, no paraba de entrar gente y sus caras parecían serias. En seguida nos dimos cuenta que algo no iba del todo bien.  Me vio la gine, nos miró y nos dijo “Tengo que usar fórceps”, hay que sacarlo ya y solo no puede.  Yo no pude contener mis lágrimas, y solo se me ocurrió decirle, “Vale, pero por favor, hazlo lo mejor que sepas”.
Papiguerrero estaba desencajado y aún así intentó animarme. Me decía que no llorara y la anestesista, muy amable y cercana le dijo, déjala, es su parto, que lo viva como quiera, y tú no te retires, quédate aquí con ella para acompañarla. Papiguerrero decía que no quería molestar pero la anestesista le dijo que se quedara allí, que él era el padre y era muy importante su presencia. Yo lo agradecí. Después de todo lo que habíamos pasado, quería que papiguerrero estuviera a mi lado en ese momento.
Me avisaron que me iban a poner más epidural porque lo que me iban a hacer era complicado y lo necesitaría. Yo no podía parar de llorar. Y cuando estuvo todo preparado, sacaron al pequeño guerrero. Luchador hasta el final. Me lo dieron, pero a mitad de camino, se lo tuve que devolver a la gine, porque el cordón umbilical era muy corto y no llegaba. Ese era el motivo por el que nuestro guerrero no era capaz de salir solo. Tenía el cordón muy corto y no le permitía girarse para colocarse en la posición adecuada para salir. Por eso no bajaba, no porque yo no estuviera empujando bien, como me dijo la matrona.
Por fin, oímos un llanto intenso, tan intenso como el que tiene ahora nuestro pequeño guerrero. Les pregunté que si estaba bien. Le miraron la cabecita, por si los fórceps le pudieran haber dañado y me confirmaron que estaba perfecto.
Eran las 18:27h. Mi pequeño guerrero había luchado desde el minuto uno de embarazo hasta su nacimiento. Había nacido en el descuento. Yo le decía a papiguerrero que iba a ser del Atleti, sufridor de principio a fin y ganando en el descuento. Su peso fue de 3.780g y midió 52.5cm. Estaba hecho un torete.
Una vez que tuve a mi guerrero en brazos, empecé a notar que las voces se alejaban y sin poder casi articular palabra le dije a papiguerrero que cogiera al niño que me estaba mareando y tenía ganas de vomitar. Casi no le dio tiempo. En cuanto solté al bebé, vomité y perdí el conocimiento. Yo creo que toda la tensión del parto, de repente salió a la luz. Por suerte, me recuperé enseguida.
Tengo que decir que éramos muy felices pero nuestra experiencia fue muy traumática, tanto que papiguerrero estuvo en shock hasta el día siguiente que se fue a casa a duchar y relajarse él solo y yo no pude parar de llorar hasta horas más tarde.
Afortunadamente, todo salió bien y nos dejaron disfrutar de nuestro bebé en el paritorio durante 2h antes de subir a la habitación, aunque la primera hora fue un poco movida, ya que estuvieron cosiéndome y recuperándome después de mi mareo.

Pasadas las dos horas, nos subieron a la habitación, donde estaba la familia esperándonos, pero esto os lo cuento en la próxima entrada. 

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