domingo, 23 de julio de 2017

Recta final del embarazo

Llegaban las últimas semanas de embarazo, se acercaba el momento de conocer a nuestro guerrero luchador. Ese guerrero que había luchado desde el primer minuto por conocer este mundo loco donde vivimos. Se había empeñado en quedarse y conocer a su papiguerrero y a su mamá. Quedaban pocas semanas para poder tenerle en brazos y ver la recompensa de toda nuestra lucha. Nos habían estado diciendo durante todo el embarazo que si el bebé tenía el peso adecuado, cuando llegara a la semana 37 me programarían el parto, para poder ponerme la epidural. Nos habían explicado que tenían que pasar 24h desde el último pinchazo de heparina y la epidural, porque si no, puede producirse un hematoma y tener graves consecuencias para mí, asi que programarían el parto, para no pincharme la heparina ese día, y para que no tuviera más riesgo de trombo y estuviera todo controlado. Como ya sabíamos, debería llevar las medias de compresión también en el parto.

Otro riesgo más. Decían que nuestro guerrero seguramente alcanzaría los 4kg de peso y su tamaño era bastante superior a la media, pero en el último momento decidieron que no había necesidad de programar el parto. En la revisión de la semana 37, teniendo en cuenta que en la Seguridad Social cada día me atendía una gine, me confirmaron que no me iban a programar el parto, que si tenía que dar a luz al bebé sin epidural, no pasaba nada, no sería la primera.

La verdad es que por un lado, es mejor que el parto comenzara de forma natural, y si luego podía ponerme la epidural, pues mejor para mí. En mi caso, tenía claro que si podía, la pediría. Pero por otro lado, la incertidumbre de la madre primeriza, de no saber hasta qué punto iba a soportar el dolor de las contracciones y los nervios de que todo saliera bien, me angustiaba bastante y a papiguerrero más todavía.

En  la recta final, me citaban cada semana y a partir de la semana 38 me empezaron a citar en monitores, para controlar si había contracciones y detectar lo antes posible que comenzaba el trabajo de parto, para evitar la heparina. Pero es muy difícil prever el momento exacto en que va a comenzar esta aventura.

Así llegamos a la semana 39 y en la revisión me comentaron que aún no estaba preparada y me volvieron a confirmar que no lo programarían. Pero me recomendaron que si notaba algo raro, fuera a urgencias sin ponerme la heparina ese día y allí me dirían si me podía pinchar o el parto era inminente.

Estábamos nerviosos y esto no ayudaba mucho. Así que, el día antes de la fecha prevista de parto, un sábado por la mañana, después de una noche con pequeñas contracciones acudimos a urgencias para que me confirmaran si podía o no ponerme la heparina. Allí estuve en monitores una hora y me exploraron, afirmándome que aún no estaba de parto. Ya nos lo imaginábamos pero queríamos tener todo más controlado de lo que era posible.

Esa tarde fuimos al retiro, a pasear y pasear para que nuestro pequeño guerrero se  animara a salir. Acabamos cenando en un tailandés y otro paseo hasta el coche. Aún recuerdo lo cansada que llegué esa noche a casa. Aún así, nuestro guerrero pasó un par de días más calentito sin querer salir.


En la próxima entrada os contaré como fue el momento de conocer al pequeño guerrero, pero mientras tanto, gracias por seguir ahí. 

domingo, 9 de julio de 2017

Eco de la semana 28.

Pasaron las semanas. Hasta la eco en la clínica privada en la semana 28 nos hicimos controles y ecos en la Seguridad Social, tal y como establecían los médicos, al ser embarazo de riesgo. Y así, llegó el día de la visita a nuestro encantador doctor. Íbamos un poco preocupados, expectantes por ver qué nos decía sobre el corazón de nuestro pequeño guerrero, ese corazón que sonaba como caballos al galope, ese corazón, que ya tan pequeñito nos estaba avisando de que era un corazón especial, un guerrero especial.

Como en cada eco, el doctor nos indicó que primero lo revisaría todo y luego nos lo enseñaba y nos contaba. Esos minutos que en cada eco nos parecían una eternidad, en este caso, fue una eternidad al cuadrado. Tras revisar todo, nos informa que el corazón del bebé funciona correctamente, pero efectivamente, está girado, y la punta del corazón, en vez de apuntar hacia la izquierda, apunta al centro, y tiene una forma más redondeada de lo habitual.

Nos aclaró que si bien cuando existe una patología cardiaca es muy probable que sea consecuencia de otro tipo de patologías o incluso daños cerebrales, en este caso, todo está correcto, y lo único que  encuentra es la peculiaridad de la forma del corazón. No obstante, nos recomienda visitar a un cardiólogo infantil, especialista con el que él se formó en detectar este tipo de patologías y así quedarnos tranquilos. Nos apuntó que él si fuera su hijo, lo llevaría a este especialista para que lo valorara y que lo hiciéramos lo antes posible.

 Imaginad cómo se nos quedó el cuerpo. Qué llorera…. Estuvimos removiendo mar, tierra y aire, durante una semana, para conseguir una cita lo antes posible con el cardiólogo. De repente toda nuestra ilusión se desmoronaba y los fantasmas de las patologías seguían en nuestra casa, se habían empeñado en quedarse y no querían moverse de allí.

Conseguimos cita pasados unos diez días. Llegamos a la consulta, y esperamos en una sala de espera repleta de padres con sus niños, con un nudo en la garganta, a que nos llegara nuestro turno. Nos llaman. Ha llegado el momento de salir de dudas. Amablemente, nuestro doctor nos preguntó cómo habíamos llegado hasta allí. Le mencionamos que nos enviaba el doctor de la clínica de fertilidad y su comentario fue,” lo que diga él, está bien dicho, es un buen especialista”. Le contamos la historia y me pasa a hacerme una eco para comprobar. Lo de siempre, mira y mira, sin decir nada. Pasan los minutos, y lo único que se escucha es el corazón de nuestro pequeño guerrero. Para romper el silencio le pregunto “¿Esto puede ser hereditario? ¿Puede que lo tengamos alguno de nosotros y no lo sepamos?”, me mira, y me pregunta, “¿Hereditario el qué?”, me quedo pensando y le contesto “¿Lo que tiene el bebé?”, y tranquilamente me responde “Si el bebé no tiene nada, está perfecto. Hay personas más altas, personas más bajas, personas más gordas, más flacas, gente con ojos azules, o con ojos oscuros. No todos tenemos el corazón de la misma forma. Incluso hay quien lo tiene en el lado derecho. No pasa nada”.

Toda nuestra tensión cayó de repente. Respiramos de nuevo. Parece que nuestro pequeño guerrero, dentro de la normalidad, se había empeñado en recordarnos que iba a ser un niño muy especial. Por dentro y por fuera. Distinto desde su primer minuto hasta ahora.

Cuando salimos de la consulta, las hormonas hicieron su trabajo y me puse a llorar de nuevo, pero estas lágrimas eran de felicidad, de descanso. Parecía que todo seguía bien. Podíamos continuar disfrutando del embarazo. Ya quedaba menos para conocer a nuestro guerrero luchador.


En la próxima entrada os seguiré contando el seguimiento del embarazo, mientras tanto, gracias por seguir ahí. 

jueves, 6 de julio de 2017

Eco de la semana 20.


Como ya he contado en otras ocasiones, acudíamos al hospital público porque se consideró que el embarazo era de riesgo y allí me hacían una eco mensual. Además, nos quedábamos muy tranquilos visitando al experto en la clínica privada donde realizamos el tratamiento de fertilidad.

Llegó el momento de la revisión de las 20 semanas, que como ya es sabido, es una de las ecos más importantes del embarazo, donde se comprueba que los órganos se están formando correctamente, dicho coloquialmente. En el hospital nos dijeron que todo estaba bien, asi que respiramos con más fuerza y ahora tocaba volver a la clínica a ver al pequeño guerrero, que ya se hacía notar con sus patadas.

Como siempre, nuestro doctor fue muy amable con nosotros y se interesó por nuestro bienestar. Primero miraría todo tranquilamente y luego nos explicaría lo que había visto. Se nos hacía eterno cada vez que nos hacían una eco. Lo bueno era que al notar que se mueve, siempre estás más relajada, pero puede haber problemas. Nos seguían persiguiendo los fantasmas de la patología. Llegó el momento de escuchar a esos caballos trotando que simulaba el corazón de nuestro guerrero. Qué alivio, y nos explicó con paciencia cada una de las comprobaciones que el doctor había realizado. Ya estábamos tranquilos y nos comenta que ha comprobado el corazón y funciona correctamente, pero su posición y forma es peculiar. ¿Eso que significa? ¿Está bien? Nos tranquilizó y nos recomendó esperar a la semana 28 donde confirmaría que todo estaba bien.

Así que, aquí comenzaba nuestra nueva preocupación. Nos comentó que una patología de corazón podía implicar otro tipo de patologías, pero él no lo encontraba. Conclusión, había que esperar.

Intentamos mantener la calma, pero tuvimos algún que otro momento de nerviosismo hasta llegar a la semana 28, lo que se nos hizo muy largo. Ya os contaré en la siguiente entrada como fue aquella eco del séptimo mes.


Mientras tanto, no dejéis de soñar. 

domingo, 11 de junio de 2017

Visita al hematólogo y al vascular.


Una vez embarazada, acudí al hematólogo  de nuevo, que me recomendó visitar al vascular, para que me echara un vistazo antes y después del embarazo, por si aparecían varices o algún problema de circulación, debido a mi peso y altura.
Le comenté mi episodio del posible trombo en un ciclo de estimulación anterior y con más motivo me envió al vascular. Acudí con mis padres, y después de un par de horas en la sala de espera, me tocó pasar. Un doctor muy amable, me hizo unas cuantas preguntas y le conté mis síntomas de aquellos días en los que sentía dolor en la pierna derecha y acudimos a urgencias, donde no me hicieron si quiera una eco doppler para confirmar el trombo. Entonces, el vascular me hizo esta eco en las dos piernas, comprobando minuciosamente el estado del riego sanguíneo y confirmó que aún en la pierna derecha, detrás de la rodilla, existía un cambio en la velocidad de la sangre, observándose una circulación más lenta, confirmando un pequeño trombo interno. Aparentemente no se apreciaba nada, pero ahí estaba, así que había que tratarlo.
Se lo comenté a la doctora de la clínica y a la inmunóloga y me recomendaron pincharme heparina todos los días.
El ginecólogo de la Seguridad Social, después de ver el informe del vascular me envió a la hematóloga, quien decidió que era un embarazo de riesgo y debería de continuar de baja hasta dar a luz. Asi que, una vez que me dieron el alta al desaparecer el hematoma, la hematóloga me dio la baja por el trombo, debiendo llevar un embarazo tranquilo. Me recetó unas medias de compresión que debía llevar hasta el final del embarazo, incluso para dar a luz, que me explicó que era un momento de riesgo en caso de trombos.
La hematóloga me estuvo explicando que lo más probable es que las estimulaciones ováricas continuas fueran la causa que produjeron el trombo y que era muy peligroso, porque de un segundo a otro, el trombo puede subir al pulmón o al cerebro y ser incluso mortal. Me dijo que había tenido mucha suerte y que aunque parecía aparentemente que no era nada, había que tratarlo de inmediato y no entendía como había estado tantos meses con el trombo.  
Entonces empezamos a tratarlo y a controlar todos los puntos débiles que podían afectar al seguimiento del embarazo, que a partir de ese momento lo tratarían como de riesgo, llevando un mayor control desde el hospital.
Seguiré contando en la siguiente entrada la eco de las 20 semanas, que es una de las más importantes, aunque además de la del primer trimestre me hicieron una en el cuarto mes de embarazo, que es cuando comencé a notar que el pequeño guerrero se movía y comenzaba a dar las tan esperadas pataditas.


jueves, 8 de junio de 2017

Eco del primer trimestre.


Tras la revisión en la semana 13 en la clínica privada y comprobar que el hematoma había desaparecido, la doctora nos tranquilizó diciendo que no nos preocupáramos por las anomalías y nos aconsejó, si queríamos quedarnos tranquilos, que visitáramos a otro doctor, de la misma clínica, que estaba especializado en la búsqueda de cualquier tipo de patología y si, después de ver al doctor, queríamos hacernos el análisis cromosómico, pues adelante.
Así que, según salimos de allí, pedimos cita para aquel doctor. Y llegó el día de la cita, y acudimos nerviosos a ver a nuestro pequeño guerrero. Entramos en la consulta y nos recibió el médico, un chico encantador, que nos explicó con todo detalle lo que iba a ver. Nos tranquilizó y nos dijo lo que suelen decir en estos casos:  “ Primero lo veo yo y luego os lo explico”. Así que os podéis imaginar los nervios que pasamos. Menos mal, que en la consulta había música clásica de ambiente y eso ayuda mucho. Empezó a tomar medidas del embrión. Mirando aquí y allí, haciendo doppler para ver cómo funcionaba el cordón umbilical y más cosas que a nosotros se nos escapaban. Y de repente nos pregunta “¿Sabéis el sexo?” A lo que respondimos que no, “ ¿Lo queréis saber?” Nos miramos sonriendo. Si el médico nos hablaba de esto es porque estaba todo bien. Si! Dijimos los dos a la par. “Pues es un pitufo y está todo bien” Nos dijo el médico sosegado. No se nos olvidarán esos momentos en la vida.
Una vez que había comprobado que estaba todo bien, nos puso la eco 4D, y vimos a nuestro guerrero moverse. Nos encantó y parecía que todo seguía bien.
Una vez que terminó la eco, nos enseñó en el ordenador las imágenes y nos fue explicando una a una, cada medida que había tomado y lo que significaba. Incluso llegamos a pensar que nos estaba dando demasiada información, pero aún así, nos tranquilizó muchísimo.
Le preguntamos por el análisis cromosómico y aunque nos dijo que él no lo veía necesario, decidimos hacerlo.
Salimos de la consulta e informamos enseguida a la familia, primero que todo estaba bien y después, que era un NIÑO y ya teníamos su nombre. El significado de su nombre era “el deseado”. Ya empezábamos a creérnoslo un poquito más cada día, pero aún quedaban muchas semanas de espera.
Lo siguiente fue informar en el trabajo, donde yo había contado a los compañeros que estaba de baja por mis problemas de hipotiroidismo. No quería contar nada hasta ver qué pasaba. Únicamente lo sabían dos personas y el responsable de personal, así que aunque muchos se lo imaginaban, confirmé sus suposiciones al contar el motivo de mi baja.

Os  contaré como continuamos con las revisiones, porque fue una vez embarazada cuando me descubrieron la presencia del trombo en mi pierna derecha, pero esto os lo cuento en la siguiente entrada. 

lunes, 5 de junio de 2017

Continuamos la historia del pequeño guerrero

Creo que es momento de retomar la historia de cómo llegamos a conocer a nuestro pequeño guerrero luchador, porque aunque creíamos que al conseguir el embarazo ya estaba todo hecho, no fue un camino fácil.
Como conté en entradas anteriores, en la semana 8 de embarazo me detectaron un hematoma muy grande, más que el saco del embrión. De hecho, el gine, al hacerme la eco pensaba que eran mellizos. Nos dijo que no nos hiciéramos ilusiones, y que, como íbamos ese mismo día a la clínica privada donde hicimos el tratamiento, hiciéramos todo lo que nos mandaran al pie de la letra. Así que salimos de allí hechos polvo, nos fuimos a la clínica y allí lo confirmaron. Tendría que estar en reposo absoluto hasta que se reabsorbiera el hematoma, si es que lo conseguíamos. Me confirmaron que el embrión tenía latido pero había que ser precavidos.
Nos fuimos a casa, y directa a la cama. Quizá apareció un sentimiento de culpa. Puede que hubiese hecho algo que hizo que se produjera el hematoma, pero no era momento para pensar el motivo, sino para mandar todas nuestras fuerzas a ese pequeño guerrero y ayudarle a luchar.
Llegó el día de nochevieja, y despedimos el año desde el sofá, sin mucha fiesta, pidiendo al nuevo año que nuestro guerrero se quedara con nosotros. Podría ser el mejor año de nuestra vida o podría ser otra decepción más.
Tuvimos que ir a revisiones cada semana, con un nudo en la garganta, hasta que confirmábamos que el hematoma estaba remitiendo. Parecía que lo estábamos consiguiendo y así, hasta la semana 13 que confirmamos que todo había pasado y que nuestro pequeño guerrero era fuerte como una roca y se había aferrado a su mamá. (Esto lo hemos comprobado con el tiempo, es un guerrero en toda regla).
Por fin, en la semana 13 pudimos dar la noticia. La familia ya lo sabía, pero había mucha gente que estaba deseando escucharnos dar una noticia tan buena. Una alegría común.
Y comenzamos a hacer las revisiones en la clínica con nuestro ginecólogo experto en patologías. Y nos hicimos también el análisis cromosómico, ya que aún nos perseguía el fantasma de la clínica anterior diciendo que nuestros embriones tenían anomalías y no podrían llegar al final del embarazo, pero esto lo contaré en la siguiente entrada.

Mientras tanto, gracias por seguir ahí. 

lunes, 15 de mayo de 2017

De vuelta al trabajo

Hoy por fin decido reanudar el blog. Siento no haber escrito en este tiempo pero es que nuestro pequeño guerrero y nuestra princesa no nos dejan parar ni un momento.

Qué os voy a contar, la doble maternidad, con dos pequeños que se llevan 12 meses es una locura, pero una locura maravillosa.

El pequeño guerrero, con 21 meses, está hecho un personaje, muy independiente, charlatán y a veces rabiosillo, pero encantador. Intenso, tanto para lo bueno como para lo malo, no deja indiferente a nadie. La princesa, con sus 9 meses, es todo nervio, aparentemente más tranquila que su hermano, pero con mucho que aprender. Está en ese momento de querer andar y no poder. Y cuando ve a su hermano aparecer, se le ilumina la cara. Yo no he visto amor más puro que el que la princesa tiene por el pequeño guerrero.

Os podría contar mil y una historia de mis dos regalitos, pero no os quiero aburrir. Solo animaos a que sigáis luchando, porque el día que menos lo esperéis, de una forma o de otra, seguramente tendréis recompensa.

De vez en cuando miro hacia atrás, pienso en lo que hemos luchado y aunque no se olvida, el dolor es menor. Luego miro a los nenes y me parece mentira haber conseguido nuestro sueño, así que aunque estemos cansados, aunque no tengamos casi tiempo para nada, estamos felices con esta aventura.

Intentaré poco a poco retomar mi historia, para que la conozcáis y si es posible os ayude en vuestro camino hacia la maternidad.


Así que, ya sabéis, no dejéis de soñar.